16 de octubre de 2004

Lluís Companys

"A todos los que me han agraviado perdono; a todos los que haya podido agraviar pido perdón. Si he de morir, moriré serenamente. Tampoco queda en mí ni la sombra de un rencor. Daré gracias a Dios de que me haya procurado una muerte tan bella por los ideales (...) Le debo la gratitud de esta placidez y serenidad que me llena el pensar en la muerte, que veo acercarse sin temor. Mi pequeñez no podía esperar un final más digno. Por Cataluña y lo que representa de paz, justicia y de amor."
Siempre me han resultado emocionantes leer estas últimas palabras de Companys antes de ser asesinado, cargadas de dignidad. Resulta sonrojante pensar en la diferencia que le separa de no pocos - en realidad, casi todos - sus herederos políticos catalanes, pertenecientes a los más diversos partidos, más preocupados por el tiempo que ocupará su imagen en televisión que por la defensa de sus ideales respecivos.
Escuchando: algo que también siempre me emociona: Impromptus Op. 90 D.899 y, en concreto, el No. 3 en Sol Bemol, de Franz Schubert, interpretado por Alfred Brendel.

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