24 de octubre de 2012

Octubre


Pensaba: "Octubre es la estación del regreso, el tiempo de anhelar todo lo perdido, incluso los amores perdidos. Las bocas de los jóvenes están secas y amargas a causa del deseo: sus corazones, nuestros corazones, fueron heridos con las espinas de la primavera; con las espinas de abril, cruel y florido".

Pensaba: "La primavera no tiene lenguaje, sólo un grito. Aun así, más cruel que abril es la serpiente del tiempo".

Octubre es la temporada del regreso: hasta el pueblo parece renacer. La corriente de la vida está en todo su esplendor nuevamente, regresan los atuendos a la moda y los negocios fáciles, y los cuerpos de los pobres quedan a salvo del calor y la extenuación. La miseria y el terrible bochorno del verano caen en el olvido, como caen en el olvido el recuerdo de los tejados calientes y las paredes húmedas, el infierno del sudor y del esfuerzo, la preocupación sin esperanza, el limbo de caras grasientas y pálidas. Ahora, la felicidad y la  esperanza renacen de nuevo en los corazones de millones de hombres; la gente respira de nuevo el aire con apetito, los movimientos están llenos de vida y energía.

Aunque la marca del sufrimiento veraniego aún se puede leer en sus pieles, pues hay algo famélico y pasivo en sus ojos cansados, vemos en cada mirada un poco de esperanza, casi infantil por repleta de expectativas.

Todas las cosas en la tierra se dirigen a casa en octubre: los marineros al mar, los viajeros a sus trenes, los cazadores al campo y a la hondonada, el amante al amor abandonado: todas las cosas vivientes sobre la faz de la tierra regresa, regresan.

Thomas Wolfe, Una puerta que nunca encontré. Traducción de Juan Sebastián Cárdenas. Editorial Periférica, 2012.