27 de junio de 2008

Aprender a pensar


Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que este afirmaba rotundamente que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.
Leí la pregunta del examen y decía: Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro. El estudiante había respondido: llevo el barómetro a la azotea del edificio y le ato una cuerda muy larga. Lo descuelgo hasta la base del edificio, marco y mido. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente.Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudio, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunte si deseaba marcharse, pero me contesto que tenia muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excuse por interrumpirle y le rogué que continuara.
En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: tomo el barómetro y lo lanzo al suelo desde la azotea del edificio, calculo el tiempo de caída con un cronometro. Después se aplica la formula altura = 0,5 por A por t^2. Y así obtenemos la altura del edificio.
En este punto le pregunte a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota mas alta.
Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, tomas el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del Edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.
Perfecto, le dije, ¿y de otra manera?. Si, contestó, éste es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. En este método, tomas el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el numero de marcas que has hecho y ya tienes la altura.
Este es un método muy directo. Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.
En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su período de precesión.En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea tomar el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del portero. Cuando abra, decirle: "Señor portero, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo".
En este momento de la conversación, le pregunte si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.
El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de física en 1922, mas conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica.

15 de junio de 2008

Amarcord, Federico Fellini, Nino Rota

Aunque trato de discipinarme y mantener una cierta regularidad en las entradas de este diario, parece como si los elementos se conjuraran en mi contra. He leído hace poco - pero no recuerdo dónde - que Marguerite Duras afirmaba que "aquel que no escribe porque no encuentra tiempo o porque llueve no es un verdadero escritor". El caso es que no hallo temas sobre los que escribir. Hoy ha hecho un día bastante desapacible, aunque no ha llegado a llover, y hemos estado todo el día en casa; yo moviéndome entre libros, revistas e Internet. Me he acordado de Nino Rota. De su columna sonora para Amarcord, de Federico Fellini, y he encontrado el onírico fragmento el que Fellini parece homenajear la bella música de Rota, ilustración perfecta de aquello que consideraba el hoy olvidado Robin Wood: que el cine está más cercano a la poesía o a la música, que a la novela o al teatro. Que lo disfruten:


10 de junio de 2008

Cita: Mahler (y más)

A través de El Café de Ocata -y éste a su vez a través de La tiranía de la penitencia de Pascal Bruckner (las entradas, como es costumbre con el maestro Luri, no tienen desperdicio) -doy con esta cita de Gustav Mahler:

"Europa morirá de este principio: eso no tiene que ver conmigo"

Desecho la reflexión al respecto, debido al cansancio, más físico que intelectual, pero me excuso con una recomendación discográfica relacionada, si el lector me lo permite.

El (pen)último número de Gramophone destaca la grabación de la 6a Sinfonía de Mahler por la LSO, dirigida por Valery Gergiev. He aquí un video promocional de la grabación, convertida desde ya en objeto de deseo, con Gergiev en estado puro:

9 de junio de 2008

Vídeo clip: "Last Night I Fell For Jenny" de Caballero Reynaldo, dirigido por Tomás Bases

Esta animación creada por Tomás Bases sobre la pieza "Last Night I Fell For Jenny" de Caballero Reynaldo ha obtenido el Primer Premio del 4rt Festival de Videoclips Independents de L'Hospitalet, CL’HIPS. Una divertida y original ilustración de una divertida canción.

Todos los finalistas del certamen aquí.

No escribo mucho - más bien nada - sobre mi ciudad, l'Hospitalet. Trataremos de hacerlo más a menudo...


8 de junio de 2008

Gaziel y la derecha española

He empezado a leer este fin de semana, Meditaciones en el desierto (Ediciones Destino), de Gaziel -«Probablemente ha sido el escritor político más inteligente que ha dado la derecha catalana en este siglo» escribió de él Josep Benet -, y aunque sólo he leído tres o cuatro entradas del diario que el escritor alemán redactara en Madrid - en catalán - entre 1946 y 1953 ya se pueden observar las virtudes que motivaron la referida afirmación de Benet. En apenas una veintena de páginas, ya se da el lector cuenta de lo duro que ha de ser el llamado exilio interior, pues Gaziel ya se presenta como un hombre desengañado, carente de esperanza en esa España en la que le toca vivir, carente de esperanza en la humanidad toda. La primera anotación del dietario me parece memorable:

"12 de mayo de 1946
SALUD SOSPECHOSA.- Ortega y Gasset, en la conferencia que dio hace pocos días en el Ateneo de Madrid, dijo que España había salido de la Guerra Civil con una salud a prueba de bombas. "Una salud indecente", creo que dijo.
Sí; debe de ser aquella salud que ya definía Jules Romains, en boca del Dr. Knock: "C'est un equilibre inestable qui n'annonce rien de bon"."

Gaziel, además, no sólo se revela como un certero diagnosticador de su época sino que también me atrevo a atribuirle propiedades proféticas, así al referirse a la derecha de la II República liderada por Gil-Robles, escribe lo siguiente el 17 de mayo de 1946 (el título de la entrada es precisamente LA DERECHA ESPAÑOLA):

"La derecha vivía, como he dicho, en el limbo, y su líder se veía cada vez más rodeado por todo tipo de enemigos del régimen: monárquicos, carlistas, fascistas, integristas, etc., que pretendían destruirlo."

Resulta fácil y tentador comparar la situación de la derecha de aquel entonces con la actual. No se puede menos que coincidir con Juan Pedro Quiñonero y aventurar que tal vez sea el odio cainita lo que une a españoles de variada época y adscripción ideológica.

7 de junio de 2008

Omara Portuondo - Maria Bethânia

Permítame el lector una confesión: hacía tiempo que unas canciones no conseguían emocionarme tanto. Pero seamos justos: no son las canciones, son las cantantes. En esto disco la veterana Omara Portuondo y la un poco menos veterana Maria Bethânia, mediante su apropiación – alguna de ellas en conjunto - de doce piezas clásicas del repertorio clásico cubano y brasileño, ofrecen toda una lección de interpretación vocal. Se pueden escuchar muchas versiones de “Tal vez” de Juan Formell, pero la incluida en este álbum se acaba convirtiendo en una referencia, las voces de Maria y Omara arropadas con una discretísima compañía instrumental. Precisamente esa es una gran virtud de este disco: una muy inteligente producción – mencionemos a sus artífices Jaime Alem y Swami Jr, que también se encargan de los arreglos y las cuerdas – que prima la voz de las cantantes, a la que respaldan siempre un adecuado acompañamiento instrumental. De tal manera, que resulta imposible no sentir erizarse la piel mientras se degusta la lectura que hace la Portuondo de “Mil Congojas”, composición de Juan Pablo Miranda. Y a continuación, uno puede dejarse sentir inundado de algo parecido a la felicidad mientras escucha a la cubana y a la brasileña enfrentarse a “Só vendo que beleza (marambaia)”, pieza de la que hace poco también hizo su propia lectura Moreno Veloso, sobrino de Maria, que se luce seguidamente con “Para cantarle a mi amor” de Orlando de la Rosa, antes de cederle el protagonismo, en esta misma pieza con un final bellísimo a dúo, de nuevo a Omara. Seguramente se puede cantar mejor, pero agradecería – y acabo como empezaba dirigiéndome directamente al lector – que me digan quien.
A continuación, Omara y María haciendo una recreación de “Só vendo que beleza (marambaia)” en directo desde el Festival de Funchal:



Y ahora, un extracto de la versión original de la canción, de Henriçao:




Y, por último, la relectura de la misma pieza en directo de
Moreno Veloso: