29 de octubre de 2008

15 de octubre de 2008

Actuar contra la pobreza

El pasado sábado, en El País, José Vidal-Beneyto publicaba un - como de costumbre - interesante artículo sobre las medidas que los Estados están adoptando para tratar de atenuar la crisis económica. Su inicio era revelador:


"Las múltiples intervenciones estatales para apuntalar a los bancos más averiados y envilecidos y a los sistemas bancarios que los albergan, pueden considerarse como premios a la trampa y al chanchullo. Pero además esas intervenciones no conseguirán detener la desbandada, si no van acompañadas de un conjunto de medidas rigurosas y radicales que impidan, más allá de la mano salvífica de los mercados que evidentemente no funciona, primero, el mantenimiento de las prácticas actuales y luego, una transformación total del orden capitalista actual."


Pero todavía me resulta más estimulante su conclusión, en la cual plantea su alternativa, proponiendo que, a través de la regulación que ahora se considera tan necesaria, se pueda combatir la pobreza en el mundo:


"Si los Estados quieren de verdad adecentar el mundo financiero en vez de recapitalizar a las entidades fulleras, ¿por qué no crean un Servicio financiero público y se dejan de nacionalizaciones parciales e interesadas? ¿Por qué no acaban con las cuentas número y ponen fin definitivamente al secreto bancario que cubre tantas ignominias y hace posibles tantas impunidades? ¿Por qué no se establece una Autoridad Mundial de Control que asegure el cumplimiento de las normas y, entre otras cosas, designe unos expertos públicos responsables del rating de los mercados financieros? Y sobre todo ¿por qué no se clausuran los 37 paraísos fiscales más conocidos, lugares para el confortable acomodo del botín de la criminalidad organizada sin los cuales las mafias de la droga y las armas y las bandas especializadas en la evasión fiscal y el blanqueo tendrían la vida mucho más difícil? Esa clausura sólo depende de los Estados. ¿Por qué no lo hacen? Y para terminar, ¿por qué no volvemos a la propuesta del Premio Nobel de Economía James Tobin en 1983, de crear una tasa del 0,5% sobre todas las transacciones financieras para limitar la atractividad de lo financiero y con su producto alimentamos un Fondo para el logro de los Objetivos del Milenio?"

La conocida como Tasa Tobin es una reivindicación, en cuya defensa se ha destacado ATTAC


13 de octubre de 2008

Premio Nobel de Literatura

Me siento un poco obligado a dedicar espacio a tratar sobre el Premio Nobel de Literatura, aunque al premiado de este año, Jean-Marie-Gustave Le Clézio, no lo haya leído todavía. No tanto porque esta bitácora se supone que trata sobre temas culturales, sino para celebrar que la concesión de este premio - así como posteriormente la pomposa ceremonia de entrega - se va convirtiendo en uno de esos raros momentos en los que la literatura logra hacerse un hueco en las páginas culturales de los diarios españoles, desplazando por un día a los artículos dedicados a diseñadores; a las entrevistas con actrices o actores; a las noticias dando cuenta de supuestos plagios; a otras noticias sobre subastas, en Londres o Nueva York, de objetos que, en ocasiones incluso son artísticos; a comentarios gastrónomicos, a las crónicas de corridas de toros y las reseñas de desfiles de moda. Celebrémoslo desde este humilde rincón, recomendando la lectura de dos textos:

10 de octubre de 2008

Leyendo a Auster y Vila-Matas

El azar ha querido que, mientras voy leyendo la última novela de Paul Auster, haya encontrado un minúsculo volumen de Enrique Vila-Matas, dentro de la colección Cuadernos Alfabia. Uno de los dos ¿artículos? del mismo se titula No soy Auster y desde el principio, su contenido me ha parecido familiar con las reflexiones que me está provocando la lectura de Un hombre en la oscuridad. Cito, pues, el arranque:

"Debilidad por Paul Auster, al que ahora a algunos les ha dado por denostarlo. Yo creo que la curva del aprecio a su obra inició un peligroso descenso cuando se supo que no era tan conocido en Estados Unidos como en Europa. En España - país corroído por la envidia, gran deporte nacional - la noticia de que aquella persona tan afortunada- aquel hombre inteligente, rico y guapo y de gran éxito - no era valorado en Estados Unidos como lo valorábamos nosotros se extendió como la polvora. "Ya te lo decía yo. Si es que somos unos papanatas", empezó a oírse."

Dejemos de lado que el recurso a la envidia hace semejarse a Vila-Matas a un Garci, pongamos por caso. El caso es que el autor de Doctor Pasavento, siente "simpatía literaria" por el autor de Ciudad de cristal, y no sólo eso: las coincidencias vitales y estilísticas pero también las diferencias con él le sirven como un estímulo a su propia creatividad.

Volveremos a Auster y a Vila-Matas, pero por el momento cortamos la transmisión.