Hoy hace veinte años que murió François Truffaut. Recuerdo que aquel día era domingo. Yo me enteré por la noche tras volver a casa, muy apropiadamente, del cine. Mi valoración de Truffaut ha aumentado desde entonces. Creo que a Truffaut le ha pesado el hecho de haberse convertido popularmente en el "mejor crítico" de los jóvenes turcos de Cahiers y en el "mejor director" de la llamada "Nouvelle Vague", cuando, realmente, no era ni lo uno ni lo otro, como él sabía.
Independientemente de mi apreciación, debo a Truffaut el haber reconocido a algo parecido a un "alma gemela", cuando con dieciseis años leí en su libro - que aún conservo, aunque no en muy buen estado - "Las películas de mi vida" editado por la Editorial Mensajero en la ya lejana fecha de 1976:
"Con frecuencia me preguntan en qué momento de mi cinefilia sentí deseos de convertirme en director de cine o en crítico y, a decir verdad, no lo sé. Lo único que sé es que quería acercarme más y más al cine.
Un primer paso, pues, consistió en ver muchas películas; el segundo, en anotar el nombre del director al salir de la sala; el tercero, volver a ver a menudo las mismas películas y elegirlas en función del director. El cine, en ese período de mi vida, actuaba como una droga hasta el extremo de que el cine-club que fundé en 1947 llevaba el pretencioso pero revelador nombre de "Círculo cinémano". No era raro que viese la misma película cinco o seis veces en el mismo mes sin ser capaz luego de contar correctamente su argumento, porque, en un instante preciso, una música que subía de volumen, una persecución en la noche, el llano de una actriz, me emborrachaban, me arrastraban más allá de la película."
Hoy, no sólo mi afecto por Truffaut ha variado. El término "cinefilia" me provoca un cierto miedo, especialmente cuando veo a según que personas haciendo gala de ella y la encuentro más cerca del hueco enciclopedismo poco ilustrado que de un verdadero amor como aquel que parecía, según se desprende de las líneas citadas, poseer al joven Truffaut.
En el informativo cultural de la 2 hablan de Truffaut y sólo se les ocurre sacar a David Trueba - que, al parecer, está rodando un cortometraje inspirado en su maestro - y recurrir a "Jules et Jim". Lástima. Se agradece la dedicación a la cultura, pero si huyera del tópico, sería doble el agradecimiento.
Independientemente de mi apreciación, debo a Truffaut el haber reconocido a algo parecido a un "alma gemela", cuando con dieciseis años leí en su libro - que aún conservo, aunque no en muy buen estado - "Las películas de mi vida" editado por la Editorial Mensajero en la ya lejana fecha de 1976:
"Con frecuencia me preguntan en qué momento de mi cinefilia sentí deseos de convertirme en director de cine o en crítico y, a decir verdad, no lo sé. Lo único que sé es que quería acercarme más y más al cine.
Un primer paso, pues, consistió en ver muchas películas; el segundo, en anotar el nombre del director al salir de la sala; el tercero, volver a ver a menudo las mismas películas y elegirlas en función del director. El cine, en ese período de mi vida, actuaba como una droga hasta el extremo de que el cine-club que fundé en 1947 llevaba el pretencioso pero revelador nombre de "Círculo cinémano". No era raro que viese la misma película cinco o seis veces en el mismo mes sin ser capaz luego de contar correctamente su argumento, porque, en un instante preciso, una música que subía de volumen, una persecución en la noche, el llano de una actriz, me emborrachaban, me arrastraban más allá de la película."
Hoy, no sólo mi afecto por Truffaut ha variado. El término "cinefilia" me provoca un cierto miedo, especialmente cuando veo a según que personas haciendo gala de ella y la encuentro más cerca del hueco enciclopedismo poco ilustrado que de un verdadero amor como aquel que parecía, según se desprende de las líneas citadas, poseer al joven Truffaut.
En el informativo cultural de la 2 hablan de Truffaut y sólo se les ocurre sacar a David Trueba - que, al parecer, está rodando un cortometraje inspirado en su maestro - y recurrir a "Jules et Jim". Lástima. Se agradece la dedicación a la cultura, pero si huyera del tópico, sería doble el agradecimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario