13 de agosto de 2014

2 de agosto de 2014

2 de agosto de 1914

"2 de agosto. Alemania ha declarado la guerra a Rusia. - Tarde, escuela de natación" 
Franz Kafka, Diarios.

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1 de agosto de 2014

¿Quién no ha pensado esto alguna vez?

"Volví a dejar el vaso en la mesa y apagué el cigarrillo. De todos sentimientos por aquellas personas con las que había pasado varias horas no quedaba nada. Podrían haberse muerto todas en un incendio, sin que me hubiera compadecido de niguna. Ésa era una regla en mi vida. Cuando estaba con otras personas me sentía atado a ellas, la proximidad que experimentaba con ellas era inaudita, la identificación con ellas grande. Tan grande que su bienestar siempre era más importante que el mío propio. Me subordinaba casi hasta el límite de la abnegación; por algún mecanismo interior irrefrenable anteponía lo que ellos pudieran opinar y pensar a mis propios pensamientos y sentimientos. Pero en el momento en el que me quedaba solo, los otros ya no significaban nada para mí. Eso no quería decir que los despreciara o los aborreciera, al contrario, la mayoría me gustaba, y en aquellas personas que no me gustaban mucho siempre encontraba algo valioso, alguna cualidad con la que yo podía simpatizar, o al menos considerar interesante, y que en ese momento podía ocupar mis pensamientos. Pero el que me gustaran no significaba que me preocupara por ellas. Lo que me ataba era la situación social, no las personas que se encontraban dentro de ella. Entre esas dos perspectivas no había nada. Sólo estaba aquello pequeño, abnegado, y aquello grande, que creaba distancia. Y la vida cotidiana se desarrollaba entremedias. Quizá por eso me resultaba tan difícil vivirla.  La vida diaria con sus obligaciones y rutinas era algo que soportaba, no algo que me hiciera feliz, nada que tuviera sentido. No se trataba de falta de ganas de fregar suelos o cambiar pañales, sino de algo más fundamental, de que no era capaz de sentir el valor de lo cercano, sino que siempre añoraba estar en otro sitio, siempre deseaba alejarme de lo cotidiano, y siempre lo había hecho. De manera que la vida que vivía no era la mía propia. Intentaba convertirla en mi vida, ésa era lucha que libraba, porque queria, pero no lo conseguía, la añoranza de algo dfiferente minaba por completo todo lo que hacía."

Karl Ove Knausgard , Un hombre enamorado. Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo. Editorial Anagrama, 2014.