En "ABCD" publicaba ayer un interesante artículo, dentro de su habitual columna de sugestivo nombre, "Comunicados de la tortuga celeste", Andrés Ibáñez. Con un agresivo - como es habitual en él - título, "Ser imbécil o existir", Ibáñez responde a una entrevista con el profesor Antonio García Berrio publicada en el mismo suplemento cultural la semana anterior. Merece la pena leer el artículo en su integridad, aunque me animo a reproducir sus párrafos finales, que suscribo plenamente:
'El mundo gira. Las cosas cambian. ¡Hay vida después de Faulkner! Sí, se puede escribir después de Auschwitz. Sin embargo la academia sigue sancionando la modernidad, difícil, austera, «auténtica», «comprometida», y condenando la posmodernidad, hedonista, inauténtica, mística. Propia, en fin, de imbéciles.
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿No existe? ¿Existe y es cosa de imbéciles? Yo tengo que confesar que prefiero existir y ser imbécil. Y supongo que eso es, precisamente, lo que soy: un imbécil. Pero existo.'
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿No existe? ¿Existe y es cosa de imbéciles? Yo tengo que confesar que prefiero existir y ser imbécil. Y supongo que eso es, precisamente, lo que soy: un imbécil. Pero existo.'
PS: De paso, en ABCD, no se pierdan el interesante artículo "El Gran Duque de Alba y la Leyenda Negra", escrito por Ricardo García Cárcel y la reseña escrita por José María Latorre acerca de la extraordinaria película Picnic en Hanging Rock, de Peter Weir.
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