9 de noviembre de 2004

Lo reconozco: soy adicto

Ya he comentado en alguna ocasión mis hábitos de lectura: que si Fitero, que si Haro-Tecglen, que si Arcadi Espasa...

Pues bien, a ellos se ha añadido cada mañana el interés - que se acrecienta diariamente - por los esfuerzos que el diario "El Mundo" - entre otros medios, aunque como no quiero perder mucho el tiempo, me limito a este periódico - hace por establecer la conexión - las conexiones - entre los terroristas islámicos presos y los etarras también encarcelados y que, finalmente, podrán confirmar las tesis gubernamentales - esto es, del gobierno anterior - de la "pista etarra". Y lástima que no esté en las manos - por el momento - de Pedro J. Ramírez la posibilidad de retrotaernos en el tiempo para volver a celebrar las elecciones.

Pero lo que decía, igual que el café, igual que ya alguna de las comentadas lecturas diarias, que son ingredientes necesarios para empezar el día con cierta energía y algo de lucidez, los esfuerzos periodísticos de Abadillo, lugarteniente de Ramírez, y algunos de los colaboradores del ya mencionado cotidiano se me han ido haciendo imprescindibles para empezar el día con humor: a veces con bueno y otras con malo, que es lo que tiene el humor, que suele ser cambiante.

Había pensado en emprender una campaña pública para que se les diera el Pulitzer, el Príncipe de Asturias o algún que otro premio devaluado a Ramírez o a alguno de sus subordinados para que así pudieran respirar tranquilos, pudieran presumir de su periodismo de investigación y abandonaran este tema. Pero, como decía, cada día las conexiones se enrevesan entre los pasillos y patios de los presidios, y van apareciendo nuevos personajes - el último, un tal Nayo - que parecen remedos patibularios de los nuevos famosos producto de la telerealidad que se pasean por las televisiones del país. O algún "garganta profunda" en busca de sus "quince minutos de fama" como un - cabe suponer que gris - funcionario de prisiones que decía aquello de que " cuando los ‘yonquis’ se juntan hablan de ‘pillar droga’ y cuando lo hacen los terroristas, hablan de ‘cómo poner bombas’ ", y menos mal que se paró aquí, porque de haber seguido con este ejercicio de analogías donde hubiera acabado parando. Por cierto, que las declaraciones del funcionario indiscreto merecieron el honor de aparecer en el editorial.

No sé como desengancharme de este hábito, tal vez no pueda, tal vez un día las noticias relacionadas desaparezcan del periódico desplazadas por algún nuevo complot tendente ahora a que los populares - a los del partido, me refiero - no puedan acceder nuevamente al gobierno o que alguna amenaza fantasma se cierne sobre la indisoluble unidad de la patria o que algún filólogo ha conseguido demostrar que lo que se habla en las Islas Baleares tampoco es catalán, pero por el momento hay que seguir disfrutando con lo que nos toca.

Escuchando: Medeski, Martin & Wood, End of the world party (just in case). Blue Note

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