Carlos Losilla escribe hoy en el diario "Avui" acerca de un detalle que se me había pasado desapercibido:
"En una escena de El Verdugo (1963), de Berlanga, un progre de la época se acerca a una caseta de la feria del libro y pregunta: '¿Tienen alguna cosa sobre Bergman o Antonioni?'. Con su instinto natural para captar el aire del tiempo, el cineasta valenciano estaba haciendo un significativo diagnóstico del panorama cinematográfico europeo de aquel entonces, que padecía una considerable convulsión.
El hecho que los dos miembros de aquel tándem hayan muerto el mismo día es a la vez una broma macabra del destino y un acto de justícia poética: con ellos se va toda una concepción del cine que cuajó paralelamente, con dos trilogías inolvidables.
A las bergmanianas Como en un espejo (1960), Los comulgantes (1961) y El silencio (1963), Antonioni opone La aventura (1960), La noche (1961) y El eclipse (1962), que trataban temas idénticos desde otra perspectiva. Sea como sea, también revolucionó el lenguaje fílmico e igualmente situaron al espectador contra las cuerdas con el atrevimiento de sus propuestas."
Quim Casas, en su artículo para "El Períodico de Catalunya", también remite a ambas trilogías, muy en el espíritu de su tiempo. En su estudio sobre el maestro sueco en Dirigido... también hablaba sobre ello si mal no recuerdo mencionando que todo autor que se considerara como tal tenía que realizar una trilogía (o si no, los críticos se la inventaban).
Finalizando aportación y paralelismos, Lluís Bonet Mojica, en "La Vanguardia" recurre a la cita del libro Linterna Mágica, autobiografía de Bergman, en el cual el de Uppsala alude perversamente al director italiano: "Fellini, Kurosawa y Buñuel se mueven en los mismos barrios que Tarkovsky. Antonioni iba por ese camino, pero se mató, ahogado en su propio aburrimiento."
Àngel Quintana, también en "La Vanguardia", escapa de la trilogía - que él considera tetralogía pues añade El desierto rojo (1964) -, para conceder - en mi humilde opinión, acertadamente - importancia a las películas rodadas en los años cincuenta por el cineasta de Ferrara. Obras como Cronica di un amore (1950), la olvidad I vinti (1953) e Il grido (1957) "proponen una serie de elementos clave para la conquista de la modernidad en los años sesenta, como son la ruptura de la causalidad en el relato, la preocupación por las revoluciones políticas y estéticas de la juventud, la exploración del paisaje en relación con los sentimientos humanos y la presencia del vagabundeo como búsqueda de sentido a la inevidencia de los tiempos."
No es que para Quintana la trilogía - o tetralogía - de los sesenta carezca de interés e impacto: "la apertura del relato (de esos cuatro filmes) hacia otras formas de sentido marcó una huella en el cine, cuyos ecos aún están presentes en algunas de las obras más vanguardistas del cine asiático. Algunos maestros del cine contemporáneo como Hou Hsiao Hsien o Tsai Ming Liang lo deben todo a Antonioni." En la misma página, Domènec Font amplia la nómina de creadores en los que "hay ecos formales de Antonioni: Wenders, Tarkovski, Kar Wai, Egoyan, Kubrick o David Lynch." Y también apela al cine asiático: "el cine líquido de Hou Hsiao Hsien, Tsai Ming Liang, O Kyoshi Kurosawa es en buena parte deudor de Antonioni y de la radicalidad del cine moderno europeo."
Escuchando: Animal Collective, Feels (Fat Cat). Uno de los álbumes pop de los últimos tres años que más escucho.
"En una escena de El Verdugo (1963), de Berlanga, un progre de la época se acerca a una caseta de la feria del libro y pregunta: '¿Tienen alguna cosa sobre Bergman o Antonioni?'. Con su instinto natural para captar el aire del tiempo, el cineasta valenciano estaba haciendo un significativo diagnóstico del panorama cinematográfico europeo de aquel entonces, que padecía una considerable convulsión.
El hecho que los dos miembros de aquel tándem hayan muerto el mismo día es a la vez una broma macabra del destino y un acto de justícia poética: con ellos se va toda una concepción del cine que cuajó paralelamente, con dos trilogías inolvidables.
A las bergmanianas Como en un espejo (1960), Los comulgantes (1961) y El silencio (1963), Antonioni opone La aventura (1960), La noche (1961) y El eclipse (1962), que trataban temas idénticos desde otra perspectiva. Sea como sea, también revolucionó el lenguaje fílmico e igualmente situaron al espectador contra las cuerdas con el atrevimiento de sus propuestas."
Quim Casas, en su artículo para "El Períodico de Catalunya", también remite a ambas trilogías, muy en el espíritu de su tiempo. En su estudio sobre el maestro sueco en Dirigido... también hablaba sobre ello si mal no recuerdo mencionando que todo autor que se considerara como tal tenía que realizar una trilogía (o si no, los críticos se la inventaban).
Finalizando aportación y paralelismos, Lluís Bonet Mojica, en "La Vanguardia" recurre a la cita del libro Linterna Mágica, autobiografía de Bergman, en el cual el de Uppsala alude perversamente al director italiano: "Fellini, Kurosawa y Buñuel se mueven en los mismos barrios que Tarkovsky. Antonioni iba por ese camino, pero se mató, ahogado en su propio aburrimiento."
Àngel Quintana, también en "La Vanguardia", escapa de la trilogía - que él considera tetralogía pues añade El desierto rojo (1964) -, para conceder - en mi humilde opinión, acertadamente - importancia a las películas rodadas en los años cincuenta por el cineasta de Ferrara. Obras como Cronica di un amore (1950), la olvidad I vinti (1953) e Il grido (1957) "proponen una serie de elementos clave para la conquista de la modernidad en los años sesenta, como son la ruptura de la causalidad en el relato, la preocupación por las revoluciones políticas y estéticas de la juventud, la exploración del paisaje en relación con los sentimientos humanos y la presencia del vagabundeo como búsqueda de sentido a la inevidencia de los tiempos."
No es que para Quintana la trilogía - o tetralogía - de los sesenta carezca de interés e impacto: "la apertura del relato (de esos cuatro filmes) hacia otras formas de sentido marcó una huella en el cine, cuyos ecos aún están presentes en algunas de las obras más vanguardistas del cine asiático. Algunos maestros del cine contemporáneo como Hou Hsiao Hsien o Tsai Ming Liang lo deben todo a Antonioni." En la misma página, Domènec Font amplia la nómina de creadores en los que "hay ecos formales de Antonioni: Wenders, Tarkovski, Kar Wai, Egoyan, Kubrick o David Lynch." Y también apela al cine asiático: "el cine líquido de Hou Hsiao Hsien, Tsai Ming Liang, O Kyoshi Kurosawa es en buena parte deudor de Antonioni y de la radicalidad del cine moderno europeo."
Escuchando: Animal Collective, Feels (Fat Cat). Uno de los álbumes pop de los últimos tres años que más escucho.
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