La porta de la identitat, es una compilación de artículos escritos por Joan Perucho. Él volumen reune una serie de breves ensayos, de los cuáles no consta - gran fallo - ni la procedencia ni la fecha en la que fueron escritos, si bien este último detalle puede intuirse porque algunas de las piezas se refieren a diferentes hechos de actualidad - en su momento, claro está -, como pueden ser los homenajes necrológicos - entre los que destaca el que rinde a su íntimo amigo, tantas veces citado, Néstor Luján -, la reseña de novedades bilbliográficas o los dedicados al arte - conviene recordar que Perucho se dedicó durante una etapa de su vida a la crítica de arte, para la celebrada revista "Destino" -, entre otros, aunque también haya espacio para diversas semblanzas en la que el aliento íntimo se impone a la urgencia de lo cotidiano.
El libro se lee con facilidad, aunque no dejamos de añorar al Perucho escritor de relatos y novelas de corte fantástico, que lo han situado como un autor capital de la literatura catalana, de lo que es fiel reflejo el hecho de que Harold Bloom en su controvertido ensayo, El canon occidental - que el propio Perucho comenta en esta obra -, considerara al autor de Les històries naturals como un escritor fundamental - Història natural (sic) - en catalán junto a Carles Riba - Antologia poética -, J. V. Foix - Antologia poética - Mercè Rodoreda - La plaça del diamant - Pere Gimferrer - Antologia poética - o Salvador Espriu - La pell de brau: poemes -.
Siempre he disfrutado con Perucho, si bien hacía algún tiempo que no lo frecuentaba. Hace algunos domingos, el periodista José Martí Gómez - también mencionado aquí como "gran periodista -, citara dos epifanías que le habían ocurrido a Perucho en sus últimos años de vida. La primera tenía que ver con su profesión de juez. Cuando, como era su costumbre al tomar declaración, solicitó a un inculpado que le facilitara su nombre, por favor, y éste le respondió que se lo daría si le salía de los huevos, el notable escritor decidió que había llegado el momento jubilarse como magistrado. El otro momento importante es el que le ocurrió cuando al solicitar en catalán que le sirvieran como postre un plato de melón con jamón, el camarero que le atendía le indicó que se lo tendría que decir en castellano. Aquel momento, sin duda, le hizo percatarse de la fragilidad de la lengua a cuyo esmerado cultivo se había dedicado durante buena parte de su vida. En uno de los últimos escritos de este volumen, Perucho escribe: "El finis Cataloniae no ens vindrà, sembla, imposat per la política o la destrucció, sinó per nosaltres mateixos, per un suïcidi col·lectiu enmig d'una població massiva de castellans prolífics, magribins, negres, xinesos i adlàters."
Estas palabras se escriben con motivo del ya comentado escrito sobre Josep Pla: "Per raons polítiques (però Dant què era: güelf o gibel·lí? Qui és capaç de dir-ho ara de memòria?) a Josep Pla no se li ha fet mai justícia. Era un home conservador, de dretes i bilingüe com l'Eugeni d'Ors, Pijoan, Junoy, Brunet, amb l'agreujant que participà en la Guerra Civil des de l'altra banda. Per això se li negà sempre el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, atorgat moltes vegades a minses figures irrelleveants, estèrils i avorrides que no arriben, com vulgarment es diu, a les soles de la sabata de Josep Pla. Aquest és un pecat d'enveja col·lectiva que mai serà perdonat a Catalunya, en el poc temps que ens resta de vida com a poble, si ens atenim a les estadístiques demogràfiques, les més baixes, no d'Europa sinó del món. (...) Però, de la nostra catalanitat, sols Josep Pla ens donarà una idea contemporània."
Lo antes expuesto no es el tono que abunda en el resto de páginas, en las que Perucho se muestra como un observador sensible, humilde, erudito (sin pedanterías) y muy personal. En el primer ensayo, del cual toma su título la compilación, el autor habla de su fe, pero no sólo de ella: "És indubtable que estem programats per a èsser immortals. La nostra ànima és immortal. Ningú vol morir (si no és en casos extrems), i això està provat per l'existència dels fantasmes. Crec indubtablement en els fantasmes, i la meva obra literària recolza en ells, i ho creu també l'Esglèsia catòlica, a la qual pertanyo. Solament els animals, els nostres innocents companys, no saben que han de morir, no estan programats per a saber que viuran després de morts i que existeixen els fantasmes. Això no obstant, crec que els meus gats romandran amb mi en l'altre ventorosa vida."
También lo sobrenatural aparece en una de las piezas, "Els orfes de la plaça dels Àngels", de la cual extraigo un párrafo conmovedor: "Els fantasmes dels orfenets i orfenetes vaguen en rotllanes aèries per damunt del cel, just sobre l'edifici destruït, i amb les manetes juntes a l'alçada del pit implorant memòria i ajudes celestials."
Es probable que el lector - esa improbable presencia - piense que la lectura de ensayos no se aviene con el estío, pero estos delicados a la par que contundentes artículos, han supuesto un excelente antídoto contra la desidia veraniega para quien esto suscribe. Tal vez sea la presencia del fantasma del maestro Perucho la que le inquiete y le esté deparando un verano más activo de lo que suele ser habitual.
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