23 de octubre de 2015

"El misterio de la casa de los trueques", Alberto Mussa


                                                
Si no estamos equivocados, esta novela es la primera de su autor, brasileño de origen libanes, que se publica en nuestro país.

Se trata de una obra policíaca, en la que asistimos a los afanes de un policía  por desvelar el autor del crimen que tiene lugar en un curioso prostíbulo – la “casa” a la que alude el título – de Río de Janeiro en 1.913. Aunque todos los indicios apuntan a la culpabilidad de la “enfermera” que atendió al Secretario de la Presidencia antes de que este fuera hallado muerto, naturalmente no todo es tan sencillo...

El principal punto de interés es la originalidad de Mussa que añade a la trama policial una serie de hechos relativos a la historia de la ciudad de Río de Janeiro así como la descripción de leyendas y ritos brasileños importados por los esclavos desde su África de origen. También, a través de la figura del propietario del burdel hay también un recorrido por el erotismo y el comportamiento sexual de principio de siglo XX.
                                           
Estas digresiones aunque, por un lado, son fundamentales para el esclarecimiento de la autoría criminal que se persigue, acaban suponiendo un cierto lastre, al ser numerosos y detallados, al ritmo de la narración principal, lo que no impide que, en conjunto, “El misterio de la casa de los trueques” deje de ser una lectura más que interesante.


Alberto Mussa, El misterio de la casa de los trueques. Traducción de Marina Alonso. Editorial Funambulista, Madrid, 2015.


(Nota: esta reseña se publica en el número del mes de octubre (n. 330) de la revista Ruta 66)

22 de octubre de 2015

"Eden", Mia Hansen-Love

Escrita al alimón con su hermano, Sven, la última película de Mia Hansen-Love viene a ser una obra autobiofráfica sobre un disc-jockey de música electrónica apasionado por el estilo garage house, a la cual en un momento dado define como “una mezcla de euforia y melancolía”.



Y el principal acierto del film es precisamente ése, que se construya mediante fragmentos en los que coexisten una y otra emoción, aunque la que predomine, como es acostumbrado cuando una vida es examinada en retrospectiva, sea la melancolía



Realizadora joven y aún en proceso de maduración – Eden es su cuarta película -,Hansen-Love sortea tanto los excesos a los que podría tender una narración puntuada sobre raves, drogas y personajes más o menos excesivos, como el examen moral tan habitual – incluso en modernas y prestigiosas piezas - cuando se tratan temas como el de la adicción a las drogas.

La pretensión de la directora era hacer una crónica generacional, sobre el french house, movimiento en el que sobresalieron los famosos Daft Punk – sobre los que hay una recurrente broma, además de constantes referencias -, cuya carrera transcurría en paralelo a la del DJ Paul, cuya vida desde que es poco más que un quinceañero hasta que su vida se acerca a la cuarentena es la que sirve a la autora para articular acertadamente esa crónica, una crónica y una vida escritas con letra minúscula.



(Nota: esta reseña se publica en el número del mes de octubre (n. 330) de la revista Ruta 66)

Hombres cuyos ojos yo veo



"La administración colonial británica se encargó a continuación de darles una identidad, y pueden verse algunos de esos certificados en la casa de los Archivos Nacionales de Zanzíbar del barrio de Kilimani. Esas historias no resultan ni antiguas ni lejanas para quien dispone de un instrumento de precisión para medir la Historia. Yo he visto los ojos de mi abuela, la cual había visto los ojos de su abuelo. Éste vivía en El Cairo y vio con frecuencia los ojos de Lesseps, los cuales habían visto a su vez los ojos de Brazza. Todo eso ha tenido lugar en un soplo de tiempo. La trata no es una vieja historia. Hombres cuyos ojos yo veo han visto a su vez los ojos de sus abuelos, que fueron hombres encadenados".

Patrick Deville, Ecuatoria. Traducción de José Manuel Fajardo. Editorial Anagrama, Barcelona, 2015.

8 de octubre de 2015

El centro comercial



"(...) El centro comercial era un caótico edificio de dos plantas que desde fuera parecía diseñado por un especialista en fortificaciones de artillería. Era como una embajada instalada por fuerzas extranjeras en representación del país del comercio, y construida en abierta hostilidad hacia un entorno ajeno. La gente de la urbanización necesitaba los servicios que proporcionaba el centro comercial, y el país del comercio necesitaba los beneficios que obtenían de la venta de productos. En barrios más acogedores, los centros comerciales podían postularse como catedrales del consumismo, y ofrecerse para mejorar la imagen que el comprador tenía de si mismo. Ahí nada pretendía fingir que eso era otra cosa que un intercambio de bienes y dinero".

Gene Kerrigan, La furia. Traducción de Damià Alou. Sajalín editores, Barcelona, 2015

7 de octubre de 2015

Chantal Akerman (1950-2015)

(Retrato de Chantal Akerman, de Blutch para la edición del diario Libération del 26 de enero de 2012)


Siempre estaré agradecido a Chantal Akerman por su película Les Rendez-vous d'Anna, que vi en la Filmoteca de Catalunya, una de esas experiencias que, como ha dicho Todd Haynes a propósito de Jeanne Dielman, otra película de Akerman, "cambian tu manera de pensar, de ver, de concebir el cine" y, naturalmente, por cosas como esta:



Que la tierra le sea leve...

3 de octubre de 2015

"Amar, beber y cantar", Alain Resnais



Esta película de vitalista título es la que, finalmente,  servirá como un brillante colofón a la extraordinaria carrera cinematográfica de Alain Resnais, cineasta que se mantenía activo rebasados los noventa años de edad.

Una carrera que se inició en la década de los años cincuenta del siglo pasado con cortometrajes sobre Van Gogh, Gauguin o el Guernica de Picasso o un estremecedor cortometraje documental – en el que colaboró con el gran Chris Marker - sobre los campos de concentración nazis. Más tarde, en su paso al largometraje, Resnais inició su andadura colaborando con autores como Marguerite Duras o Alain Robbe-Grillet, pero que con el tiempo, mediada la década de los años ochenta, adaptará otro tipo de obras – sólo en apariencia – más leves, casi vodevilescas, como esta pieza teatral de Alan Ayckbourn, a quien ya había adaptado en dos films anteriores.

Lejos de evitar toda referencia al origen teatral del material, el autor de Muriel lo refuerza mediante el uso de telones y fondos dibujados, obra del dibujante de comics – otra gran pasión de Resnais – Blutch, responsable así mismo del extraordinario cartel del film, y del diseñador de producción, Jacques Saulnier, pero también a través de la interpretación de los actores – algunos de ellos como Sabine Azéma o André Dussollier, cómplices de larga trayectoria – siempre bordeando la sobreactuación, puntuado todo ello por la música de Mark Snow.

La cinta se cierra con los personajes presentado sus respetos al ataúd del amigo – protagonista ausente, como el Godot de Beckett, de la obra -, destacando su carácter juvenil y su vitalismo. El espectáculo debe continuar, dicen.


(Nota: esta reseña se publica en el número del mes de octubre (n. 330) de la revista Ruta 66)