11 de enero de 2005

"Whisky", de Rebella y Stoll


¿La sorpresa del año? Había leído en la prensa y en otros foros acerca de ella y me extrañaba tanta unanimidad, pero lo cierto es que este film uruguayo dirigido por el tándem Rebella y Stoll, autores de una anterior película que desconozco, está bastante bien.
Una historia mínima: únicamente tres actores principales y otros tantos escenarios: una fábrica de calcetines, la casa del propietario de la fábrica y un enclave turístico en plena decadencia con el agravante de estar fuera de temporada. Unos - actores - y otros - escenarios - transmiten una única, pero abrumadora, sensación: la soledad, y más que soledad, tal vez desolación. El estilo de la película remite al cine de Aki Kaurismaki - los momentos iniciales a "La chica de la fábrica de cerillas" -, a quien explicitamente se dan las gracias en los créditos finales, como también hay agradecimientos a "Jimmy Corrigan (el chico más inteligente del mundo)" ese extraño, renovador y estupendo cómic obra de Chris Ware que hemos conocido recientemente y con retraso en español. Parece que para las artes de este comienzo de siglo - especialmente las artes visuales como a las que nos referimos - la característica principal de nuestro tiempo es la soledad, aunque paradójicamente cada día resulta más difícil estar sólo.
El disparador creativo de la trama de esta película es una anécdota bastante similar a la que dio lugar a "Familia", aquella película española de León de Aranoa, aunque, afortunadamente, aquí hay menos complacencia y regodeamiento en una idea brillante: el propietario de la fábrica convence - sencillamente, casi sin palabras - a una empleada - una especie de encargada - para que se haga pasar por su mujer ante la visita de su hermano con motivo de la ceremonia funeral judía que tiene lugar al año del fallecimienteo de la madre de ambos. "Whisky" siempre tiene un ritmo pausado, muy adecuado a lo que se cuenta y, ni siquiera en el tramo final, el cambio de un ambiente urbano por una fantasmagórica ciudad de vacaciones, se altera.
Los tres actores que incorporan al trío protagonista están muy bien, destacando por la variedad de matices que cada uno de ellos incorporan a sus personajes: Andrés Pazos está excelente con su interpretación de solterón que ha vivido con su madre hasta su vejez (a la del personaje de Pazos, me refiero) y es una delicia observar como en su carácter hay cosas de viejo maniático y huraño, pero también de niño malcriado y egoista, todavía celoso de su hermano pequeño. Mirella Pascual añade a su interpretación kaurismakiana, de personaje glacial y sometido a las circustancias, un transfondo de cierto aventurerismo, de estar dispuesta a empeñarse en cualquier aventura (como la que vive aquí). Para Jorge Bolani, queda el personaje tal vez menos agradecido: un triunfador exiliado en el vecino Brasil, aunque siempre permanezca la duda en el espectador acerca de si la vida que describe no será una invención como la que ha maquinado su hermano con motivo de su visita.. Huelga decir que en la construcción de los personajes el mérito es de los actores, pero también de un guión detallista y que destila un fino humor y una realización, con una cámara prácticamente fija, que para nada subraya ninguno de los aspectos antedichos.
Me despido - perdonen el latazo - con una obviedad: Sonrían a la cámara. Digan "Whisky". Esbocen una sonrisa momentánea y una vez escuchado el clic de la cámara regresen a su monótona existencia.
Posted by Hello

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