26 de septiembre de 2004

¡Se acabaron las vacaciones!

Pues eso. Mañana vuelve a dar comienzo la rutina. Que si por la mañana trabajo, que si por la tarde Universidad - o sea más trabajo -, que si llegar a casa en un estado casi catatónico, cenar desganadamente y caer desplomado en el sofá mientras la ininterrummpida sucesión de mediocridades en la televisión - a quienes podemos sentirnos superiores y obtener, de paso, uno de los momentos más gratificantes del día - te cantan involuntariamente una nana. Por otro lado, instalados en la rutina tampoco se vive tan mal, se está confortable; la misma provisionalidad de las vacaciones añade a éstas una pátina de inseguridad y al final se acaba deseando regresar a los brazos de la añorada rutina. De nuevo en ésta, añoraremos las vacaciones, y así. O sea, rutina.

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