29 de julio de 2007

Un buen artículo


Para poner fin a una larga temporada - más de un mes - sin actualizar este sitio, nada mejor que el artículo que ha publicado en "El País" de hoy, el profesor Santos Juliá, el cual refieriéndose a la polémica generada por la famosa portada de "El Jueves" sabe ir más allá de la mera anécdota para escribir unas líneas que trascienden mucho más allá del fenómeno que las provoca. En su escrito, titulado "Explorando los límites" - haciendo referencia al empeño que, según sus propias palabras, movía a sus autores en el momento de crear la portada de marras - Julià considera que "(...) Lejos de ahí, esta historia es paradigmática de la carrera para alcanzar aquel nivel cada vez más bajo" sobre el que Adorno advirtió hace décadas. Hoy, en efecto, cuando hemos recorrido un camino que ni el más pesimista de los sociólogos pudo imaginar, la lucha por la libertad de expresión, que en sus momentos heroicos siempre tuvo por compañera a la lucha por el reconocimiento de sus límites, ha culminado en la exaltación del principio de la libertad de mercado como único regulador de las relaciones humanas. En realidad, estos dibujantes saben bien que disfrutan de una irrestricta libertad de expresión y que su exploración se dirige a tantear las posibilidades ofrecidas por el mercado como norma suprema de lo que se puede o no se puede decir. Si una historia vende habrá que seguir ahondando. Lo prueba la televisión, que en multitud de programas ahonda y ahonda, hasta llegar - Adorno de nuevo - down to earth, a "vivir como los antepasados zoológicos antes de que comenzaran a alzarse". Pero si la televisión abrió las ventanas para arrojar por ellas a la decencia que, en la aurora del liberalismo, se consideraba inseparable de la libertad, Internet ha abierto posibilidades infinitas en la misma dirección. Ahí se ha convertido en pan de cada día no ya explorar, sino borrar los límites de la libertad de expresión, injuriando y calumniando a quien se ponga por delante en miles de blogs donde cada cual pueda dar rienda suelta a sus rencores o frustraciones invadiendo aquello que la tradición liberal consideraba garantía de la auténtica libertad: la intimidad de lo privado, el derecho que asiste a cada persona a lo que sólo puede nombrarse con lenguaje de otros tiempos: el honor, la fama, la dignidad. Todo vale si el mercado funciona; más aún, nada vale cuando el mercad no funciona. Eso es lo que nos espera. Pero nada de melancolías: la libertad de expresión habrá alcanzado entonces su última victoria: mientras más venda una imagen, menos palabra, sólo la precisa para que la imagen se venda. Y la imagen se vende sin límite cuando un fiscal impaciente solicita el secuestro de un papel, viejo y querido terreno en el que nació la libertad de expresión."

Post Scriptum: utilizo para ilustrar esta entrada la obra de Goya que también acompaña al artículo del profesor Juliá: España, el Tiempo y la Historia, que se expone en Estocolmo y que supone una alegoría de la Constitución de 1812.

2 comentarios:

Johnymepeino dijo...

Creo que es más sencillo: la libertad de expresión es algo que reivindicamos para nosotros mismos con la misma vehemencia que nos gusta restringirla para los demás.

A nivel legal: TV e internet sobre la vida privada es permisiva, sobre temas públicos (guerra, dinero, políticas sociales) es cada vez más inquisitorial.

Cristóbal dijo...

Es sencillo pero, tal vez por ello mismo, complicado. Creo que eso es lo que se puede extraer del artículo del profesor Juliá. Además la eclosión de un cierto tipo de televisión y - principalmente - de Internet obligan a replantear la situación, más allá de un punto de vista legal.

Es evidente que la aparición de infinidad de voces públicas a través de medios como un simple blog, con una capacidad extraordinaria de generar opinión levante suspicacias en los gobernantes. Incluso me parece legítimo. Otra cosa es que se pretenda legislar este nuevo fenómeno con ánimo inquisitorial, como tu bien apuntas. De hecho, lo que se hace de esta manera es responder de una manera tradicional a la eclosión de un instrumento totalmente nuevo.

Y a todo ésto: ¿dónde queda la intimidad de cada cuál? Creo que es - y va a ser - un debate candente. Cierta televisión y también cierta Internet han favorecido la emergencia de personajes que subastan su intimidad al mejor - o mejores - postor(es). Yo creo que es un fenómeno que a la gente le ha acabado pareciendo normal, hasta el punto de que pueden existir jóvenes cuya misión en la vida sea aparecer en un "reality show". Salvando todas las distancias, he tenido alumnos de Periodismo que sólo quieren dedicarse a la prensa rosa o deportiva, precisamente los dos géneros en los que se trafica más con rumores que con información veraz y contrastada, porque es la manera de ganar dinero fácil y rápido.

Pero me consuela pensar que todo este trapicheo no sea sino una moda pasajera y que en un futuro próximo los personajes que trafican con su intimidad así como la de aquellos que la hacen con la ajena - escudándose en cualquier excusa, y a ser posible que tenga que ver con la "libertad de expresión - únicament susciten indiferencia.