30 de abril de 2011

Destino Errante, de Paula M. Gallardo

Esta mañana me ha vuelto a acosar

una extraña ansia de sumergirme en este círculo absurdo

de prisas locas, ocupaciones ineludibles, tareas inaplazables

y chorradas así.

Hay un deseo de pertenencia que aún

no he satisfecho.

Un sentirme incluida en este manicomio

al que pretendemos llamar vida

en un olvido constante de que estamos vivos de verdad.

No lo he conseguido.

No creo que lo consiga jamás.

Hay días en los que

se me antoja todo tan extraño,

tan insufrible, tan inaceptable,

que sólo contemplo la opción de los nómadas.

Y caminar.

Y desaparecer.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

emocionante....

Cristóbal dijo...

Ciertamente...

¡Gracias por el comentario!

Saludos,

C.-