En un día un tanto decepcionante en el trabajo, me siento bastante identificado con estas líneas que desde El café de Ocata reivindican a Frontón, antiguo pensador en una entrada significativamente titulada Elogio de la negligencia:
- La negligencia no es ni peligrosa ni vulnerable. La diligencia, por el contrario, se expone a los más diversos peligros. Nadie intenta hacerle trampas al negligente, precisamente porque todo el mundo cree que sería de lo más sencillo, mientras que todos acechan al diligente. La negligencia se encuentra protegida por el desprecio, mientras que la diligencia está asediada por los pícaros.
- Los errores cometidos por un negligente se perdonan fácilmente, mientras que sus buenas acciones, por inusuales, parecen asombrosas y dignas de todo elogio. Cuando a un negligente no se le escapa la oportunidad de hacer un gesto apropiado en el momento oportuno, todo el mundo lo felicita.
- La famosa Edad de Oro de la que todos los poetas han hablado fue la edad de la negligencia y nunca la humanidad fue más feliz. Eso significa que la negligencia es de alta cuna, agradable a los dioses, estimada por los sabios, compañera de las virtudes, dueña de la indulgencia, etc.
- Un ejemplo definitivo sobre la superioridad de la negligencia es el que nos ofrece la naturaleza con el rey de la selva: Los leones no son tan diligentes como las hormigas para buscar comida y procurarse alimentos.
Y si visitan El café de Ocata, no desaprovechen la ocasión de leer otra excelente entrada: Juventud, divino tesoro.
2 comentarios:
Cuando pase usted por el Café de Ocata, diga su nombre, tiene barra libre de por vida.
Gracias.
Me honra su aportación a este humilde rincón y agradezco su generosa invitación.
Esta es su casa,
C.-
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