4 de mayo de 2007

¡Qué envidia!

En un país no muy lejano al nuestro, la gente dedica atención a un debate político entre dos líderes. No se insultan, no ponen en cuestión la legitimidad del oponente - tampoco parece probable que el pierda cuestione el sistema o trate de montar manifestaciones para reforzarse y debilitar al ganador -, aunque se tratan con más respetuoso distanciamiento que cordialidad. Tampoco se mojan o no excesivamente: son ambiguos, como bueno políticos. Afrontan cuestiones importantes mediante soluciones con las que podemos estar más o menos de acuerdo, pero que parecen valientes. El debate es largo, en ocasiones denso, y no se ve interrupido por anuncios comerciales. Es posible que en nuestro país veamos otros debates electorales, pero de la altura de éste es difícil. Les adjunto al enlace a la primera parte del mismo, en una versión con traducción simultánea en castellano:
(Desde allí pueden acceder, si les interesa al resto de partes. Vale la pena)

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