27 de abril de 2007

¿Cómo se inventaría la música?




En Family Guy sostienen una divertida teoría al respecto:
(En el mismo capítulo, también aparece una alarma de incendios con la risa de Nelson Muntz, de The Simpsons, lo último que uno desearía escuchar de encontrarse en un apuro)

26 de abril de 2007

¿El mejor blog político?


Probablemente. No sólo por la calidad de su autor, también por la nómina de autores de comentarios: entre otros, Laswell, Pasquino, Giner...
Aquí el blog (en inglés). Aquí su autor.

23 de abril de 2007

Sant Jordi 2007


Susana ha vuelto a acertar plenamente con el regalo bibliográfico de este año. Seguramente, el mejor libro que se traducirá en nuestro país - ¡al fin! - durante mucho tiempo. Curiosamente, el pasado jueves en "La Vanguardia", Josep Massot daba cuenta que aparecerá una traducción en Espasa próximamente. El artículo de Massot se completaba con una "Antología de frases" de las cuales merece la pena entresacar ésta, bajo el epígrafe Manuscrito:

"Su manuscrito es, a la vez, bueno y original, pero la parte que es buena no es original, y la que es original no es buena".

Y, como de costumbre, nuestro agradecimiento a Acantilado por haberse atrevido a editar este monumento literario. Comentaremos próximamente.
En el blog Literatura y pintura también hablan de esta fantástica edición.

22 de abril de 2007

Thomas Quasthoff - The Jazz Album

Thomas Quasthoff un bajo-barítono alemán de una calidad excepcional ha superado limitaciones físicas importantes para desarrollar una imponente carrera en el mundo de la lírica, entre los que se cuenta entre sus más notorios – y activos – representantes. Debido a tal dedicación, sorprende – y lo hace de manera sumamente agradable, anticipémoslo – la grabación de este disco dedicado al jazz. La sorpresa se relativiza cuando, a través de las líneas interiores del disco, se nos informa que Quasthoff ya cantaba jazz en clubs durante sus años anteriores.
Contando con la producción del trompetista – también germano – Till Brönner y los arreglos – y también piano – de Alan Broadbent, el astro lírico se rodea a la vez de una banda de jazz – con algún nombre de esos de campanillas: Chuck Loeb en la guitarra o Peter Erskine a la batería, por ejemplo – y por una orquesta, la Deutsches Symphonie-Orchester Berlin, para acometer un repertorio no enteramente jazzístico, aunque con no pocas piezas señeras del género, retos de altura para cualquier cantante: “My Funny Valentine”, “There’s a Boat That’s Leavin’ Soon For New York”, “They All Laughed” o “In My Solitude” se acompañan de un repertorio más ligerito: composiciones de Chaplin – “Smile” -, Stevie Wonder – “You and I” – o muestras de la prolífica colaboración entre Michel Legrand y Alan y Marilyn Bergman, aquí ejemplificada con “What Are You Doing The Rest Of Your Life”.
El resultado es que la voz de Quasthoff añade resonancia notablemente dramáticas a mucha de las piezas y en ocasiones se acerca al estremecimiento, como en la final y desnuda “In My Solitude” de Duke Ellington. Por lo demás, la técnica no puede borrar el chispazo de algunas piezas que requieren más soltura que academicismo como puede ser la también mencionada “They All Laughed”.
Con todo, el disco será del agrado de quien guste de la carrera más “clásica” del cantante alemán, pues su acercamiento al jazz no es excesivamente arriesgado, lo que también supone que el aficionado al jazz más ortodoxo puede encontrar aquí alguna versión que añadir a ese repertorio jazzístico de referencia, abominando de los acercamientos más “poperos”. Desaconsejable para los que se sitúen a un extremo – clasicómanos empedernidos – o a otro – aquellos que piensen que jazz equivale a riesgo sin medida -, a excepción de que se consideren, como un servidor de ustedes, libres de prejuicios.

El cliente inteligente

Al hilo de la entrada anterior, en el blog de Albert Barra hallamos una referencia a la aparición de un nuevo cliente turístico, con el que me identifico plenamente, el cliente híbrido, o mejor el cliente inteligente, aquel que requiere un servicio excelente a un precio justo y no solamente compaginar servicios de lujo con otros de "bajo coste". Como siempre, parece que las compañías van demasiado atrasadas con respecto a la realidad.

Para los que gustéis, como yo, de viajar a bajo precio...

...en Twitter, descubro a Albert Barra, y a través de su blog - dedicado al Marketing Hotelero y Turístico 2.0 - descubro Trabber, un buscador de ofertas de vuelos con rss. Muy interesante el comentario de Albert al respecto. Buen descubrimento su blog.

Debo preocuparme

Sugestivo artículo de Javier Marías en el El País Semanal de hoy:

Cada vez entiendo menos, pero no me falla. Sin duda el que debe preocuparse soy yo: tendré el gusto estragado, o anticuado; quizá ni siquiera sea un escritor, y es del todo imposible que sea un intelectual. Lo cierto es que cada vez que hay una película que mueve a los escritores e intelectuales a ocuparse de ella espontáneamente, a entusiasmarse, a ver en sus imágenes y en su guión profundos y complejos mensajes, caigo en la trampa, voy a verla y, casi invariablemente, a mí me parece una tontada pretenciosa y hueca, cuando no algo peor. Me pasó con las películas de Von Trier en general, y en especial con aquella en la que la cantante Björk hacía de ciega seráfica durante tres horas, entre canción y canción. Me pasó con American Beauty, de Mendes, de la que por suerte se me ha olvidado todo menos la escena digna de spots -e imitada por tanto en los spots- en que sobre el cuerpecillo de una joven caía una lluvia de pétalos rojos con cursilería insuperable. Hasta me sucedió con Mystic River, del otras veces admiradísimo Eastwood, que me resultó poco creíble, amanerada y con un Sean Penn para darle de pescozones, que por lo demás suele merecer en casi toda ocasión. Me ocurrió con Crash, de Haggis, en la que los buenos no lo eran tanto ni los cabrones tampoco, qué lección. Pero nunca escarmiento y siempre pico, así que este año me fui a ver, tan esperanzado (bueno, miento: su afamado guionista me había dado ya algún disgusto, Peckinpah mediante), la celebradísima Babel, de González Iñárritu.
Hace ya tiempo que se ha puesto de moda -yo creo que por su facilidad- un tipo de película y de novela a las que con frecuencia se aplican dos o tres adjetivos de los que debería ya huir como de la peste: si el autor o los críticos califican la obra en cuestión de "coral" o "fragmentaria", de "mestiza", "multicultural" o "intercultural" (tanto da), empiezo a desconfiar. Cuando hay muchos personajes y ninguno sobresale sobre los demás, lo normal es que acabe por no haber ninguno, sino arquetipos apenas trazados; cuando se entrecruzan varias historias, lo habitual es que en realidad no haya ninguna, sino unas cuantas "situaciones" estancadas o empantanadas; cuando aparecen gentes de diversas culturas o lugares, suelen estar retratadas con cuatro pinceladas tópicas y "periodísticas", que subrayan un mensaje ramplón: cuanto más pobres las gentes, más generosas, alegres y bondadosas; cuanto más ricas o de países pudientes, más egoístas y superficiales. Y luego, para que a todos esos personajes les ocurran desgracias o cosas tremendas, conviene mucho que sean idiotas y metan la pata sin cesar. Esto sucede sin cesar en Babel.
Tantos espectadores la han visto ya, transidos, que no creo destripar mucho si recapitulo un poco. Unos niños pastores marroquíes se hacen con un rifle que disparan sin ton ni son y como si la munición saliera gratis. A un matrimonio americano, que ha perdido a un hijo, no se le ocurre otra cosa que dejar a los dos que le quedan e irse a miles de kilómetros -no se sabe a qué-, a una zona semidesértica de Marruecos casi en medio de la nada. La señora mexicana que cuida a esos niños no tiene otra idea que cruzar la frontera con ellos y con un sobrino impulsivo para asistir a una boda en el país vecino, y el guionista se encarga de que todo lo hagan tan mal como para acabar tirados en medio del campo, bajo una solana que deshidrata a los críos, y perseguidos por la policía de inmigración. Una joven japonesa sordomuda (pero que más que sordomuda parece retrasada mental) deambula por Tokio con sus amigas y una "necesidad de comunicación" -observan con agudeza los intelectuales- que se confunde fácilmente con salidez: primero les enseña el chumino a unos horterillas de su edad, luego al dentista, luego se le desnuda del todo a un poli que no sabe qué hacer. Para que haya alguna conexión con todo lo anterior, el anodino guionista hace que el rifle en manos de los niños pastores fuera regalado por el padre japonés de la sordomuda al guía que tuvo durante una cacería (?) en esa zona semidesértica de Marruecos en la que no se ve ni un animal, cabras aparte. Los marroquíes pobres son muy buenos y solidarios con la mujer americana malherida de un balazo pastor; los de la boda mexicana son muy vitales y cariñosos; la situación de la americana se eterniza, se estira; las escenas de la boda, también; las andanzas de la sordomuda la llevan a tirarse diez o más minutos de metraje bailoteando con los horterillas en una discoteca de la que el espectador no ve la hora de salir. Todo con una música pedante y envarada, a la que en vista de eso se le ha concedido el Oscar este año. Todo me resultó falso, gratuito, huero, mal hilado y artificial. Eso sí, acompañado de mucha intensidad postiza por parte de guionista y director, de un solemne gesto de "genialidad".
Bien, según numerosos críticos de diferentes países, según la Academia de Hollywood, según escritores e intelectuales sin cuento (desde Carlos Fuentes hasta mi gran amigo Manuel Rodríguez Rivero, al que mucho rodríguezvenero y respeto más), la película es efectivamente genial, como todas las otras que he mencionado. Ya lo he dicho al principio, está claro: aquí el único que debe preocuparse soy yo.

21 de abril de 2007


Love of Diagrams - Mosaic


Algún día tendremos que hallar una explicación – lo más convincente posible, claro está –al hecho de cómo la música facturada en los ochenta, especialmente en sus principios, dispone actualmente de tanta influencia. Esta reflexión se le ocurre a este cronista mientras escucha el segundo número de “Mosaic”, una pieza titulada “The Pyramid” que evoca, nada sutilmente, el magisterio de Siouxsie Sioux.
Si este cronista no está equivocado, estamos ante el primer disco que graba para el sello Matador esta banda australiana – Antonia Sellbach (voz, bajo), Luke Horton (voz, guitarras) Y Monika Fikerle (percusión, coros) – y es éste un buen primer disco al uso, aunque tal vez no sea la primera grabación de la banda. Se detectan energía, ilusión y buen humor. También parece haber talento: la voz de Sellbach – no siempre tan parecida a la de Siouxsie como en el caso comentado – y determinados dibujos de la guitarra de Horton prometen grandes momentos y, lo cierto, es que los cuatro primeros cortes pueden calificarse como tales, como buenas canciones sin duda. Un muy breve interludio separa “At 100%” – la cuarta composición - del resto y desaparece la tensión –el grito puntual y las dinámicas aceleración/desaceleración no crean tensión automáticamente - que hasta entonces respiraba el álbum. El resto del material es algo más errático y a Sellbach y a sus colegas les cuesta deshacerse de sus influencias que se hacen más evidentes.
La fusión entre punk y tendencias arty hacen inevitable traer a colación los primeros discos de Wire, aunque “Mosaic” – título, imagen y concepto también muy eighties – sea menos directo, menos emocional. Aunque seguro que Sellbach, Horton y Fikerle tocan sus instrumentos mucho mejor de lo que lo hacían los británicos. La trayectoria de éstos fue fulgurante, sorprendente – lo que pueden hacer hoy en día no tiene nada que ver con este álbum - y ha resultado ser larga. A ver la de Love of Diagrams…
Edita: Matador