Noches blancas es una novela corta de Fiodor Dostoievski – NordicaLibros acaba de publicar una notable edición ilustrada, por cierto – que ya ha
tenido dos recomendables adaptaciones cinematográficas: la primera, a cargo, de
Luchino Visconti y una segunda, dirigida por Robert Bresson que lleva por
título Cuatro noches de un soñador.
Vecchiali reinterpreta el original literario de manera muy personal, propia de
quien, a sus ochenta y cuatro años, es un francotirador creativo dentro de una
cinematografía como la francesa en la que éstos no escasean precisamente: la
puesta en escena es radicalmente ascética – en la línea de su admirado y ya
mencionado Bresson -, con apenas dos personajes - Astrid Adverbe y Pascal
Cervo, perfectos - que se encuentran – y reencuentran – en el muelle de una
pequeña localidad de la Costa Azul – que sustituye al original Canal de San
Petersburgo -, un escenario que el espectador apenas llega a atisbar y que ha
de intuirse por los cambios de la luz que se proyectan sobre los protagonistas,
por el sonido del mar o del peculiar ruido de los barcos amarrados… Como las
adaptaciones clásicas de la pareja Straub y Huillet o el Rohmer de La marquise d’O y de Perceval le Gallois, Vecchiali utiliza
el punto de partida de un material ajeno para subrayar, para reivindicar, su
propio carácter creativo radicalmente libre.
Disponible via Filmin.
Nota: esta reseña, con leves variaciones, aparece en el número 337 (mayo 2016) de la revista Ruta 66.
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