29 de abril de 2016

Noches blancas en el muelle



Noches blancas es una novela corta de Fiodor Dostoievski – NordicaLibros acaba de publicar una notable edición ilustrada, por cierto – que ya ha tenido dos recomendables adaptaciones cinematográficas: la primera, a cargo, de Luchino Visconti y una segunda, dirigida por Robert Bresson que lleva por título Cuatro noches de un soñador. Vecchiali reinterpreta el original literario de manera muy personal, propia de quien, a sus ochenta y cuatro años, es un francotirador creativo dentro de una cinematografía como la francesa en la que éstos no escasean precisamente: la puesta en escena es radicalmente ascética – en la línea de su admirado y ya mencionado Bresson -, con apenas dos personajes - Astrid Adverbe y Pascal Cervo, perfectos - que se encuentran – y reencuentran – en el muelle de una pequeña localidad de la Costa Azul – que sustituye al original Canal de San Petersburgo -, un escenario que el espectador apenas llega a atisbar y que ha de intuirse por los cambios de la luz que se proyectan sobre los protagonistas, por el sonido del mar o del peculiar ruido de los barcos amarrados… Como las adaptaciones clásicas de la pareja Straub y Huillet o el Rohmer de La marquise d’O y de Perceval le Gallois, Vecchiali utiliza el punto de partida de un material ajeno para subrayar, para reivindicar, su propio carácter creativo radicalmente libre.

Disponible via Filmin.

Nota: esta reseña, con leves variaciones, aparece en el número 337 (mayo 2016) de la revista Ruta 66.