4 de septiembre de 2013

Robert Saladrigas, tú antes molabas...

Los miércoles me gusta desayunarme leyendo el suplemento Cultura|s de La Vanguardia, uno de los pocos suplementos culturales que no es que sigan valiendo la pena, sino que siguen siendo "culturales" en la entera extensión de la palabra. No dispongo de mucho tiempo, así que suelo leer las reseñas de literatura internacional a cargo de Robert Saladrigas, literatura en español, de J.A. Masóliver Ródenas y de literatura en catalán, por Julià Guillamón. Aunque no siga al pie de la letra sus recomendaciones, me parecen los tres tipos bastante fiables e independientes y, en diez minutos, puedo hacerme una composición de lugar de la actualidad literaria. Además, con suerte, a veces hay algún artículo de Carlos Losilla (hoy no) o de Ignasi Julià (hoy sí: sobre una de nuestras pasiones compartidas, Kim Gordon). El caso es que hoy, Saladrigas, se ocupa de Motorman, de David Ohle, recién editada por Periférica y en su reseña me encuentro con esto:

"Pero, ¿quién tiene hoy la paciencia y el coraje de hundir la mente en El almuerzo desnudo de Burroughs, en Matadero cinco de Kurt Vonnegut o, no nos engañemos, en las exploraciones llevadas al límte de la fantasía, el poshumanismo y el hartazgo de Thomas Pynchon?"

Valga decir que no voy a leer Motorman y voy a seguir leyendo a Saladrigas, al menos mientras no acabe convirtiéndose en el equivalente en literatura a Carlos Boyero, ejemplo paradigmático de reseñista - cinematográfico en su caso - herido de pereza intelectual.

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