1 de agosto de 2012

I wish I knew, Jia Zhang-Ke (2010)




El título internacional de la última película del autor de Still Life proviene de una canción de un musical de 1945, Diamond Horseshoe, que se escucha en este documental durante un baile de jubilados. El título original chino se cambió del previsto  Shanghai Chuanqui ("leyendas de Shanghai") - cabe hace notar que se trata de un encargo de la Exposición Universal de Shanghai - a Haishang Chuanqui ("leyendas del mar"). Tal vez el cambio se deba a que, aunque evidentemente estamos ante un retrato de Shanghai, también hay testimonios que provienen de Hong Kong y Taiwan, a donde fue a parar el éxodo provocado por la liberación de la ciudad por parte del Partido Comunista Chino en 1949.

La película se articula pues en base a esos testimonios, ofreciendo un recorrido histórico de la ciudad desde su apertura al comercio en el siglo XIX hasta la actualidad, pasando por la ya mencionada liberación de la ciudad , la posterior revolución cultural y la reforma económica. La intención declarada del cineasta es "acceder a los detalles de la historia a través de la cinematografía: es duro dotar de un sentido a la historia sin detalles, especialmente las emociones y experiencias en las circunstancias históricas... Me preocupa lo que está oculto detrás de los términos abstractos, los detalles de la vida diaria influenciada por hechos políticos y olvidados en el tiempo." Pese a estas declaraciones que no delatan un exceso de originalidad, lo cierto es que Jia escapa, afortunadamente, del conformismo añadiendo referencias cinematográficas, como un film claramente propagandístico de Wang Bing, de 1959, sobre la liberación de la ciudad, la visita a China de Antonioni Chung Kuo – Cina - o ejemplos más recientes como Flowers of Shanghai, dirigida en 1999 por Hou Hsiao-Hsien, que es uno de los dieciocho entrevistados de la cinta - su entrevista en un tren es un bello momento, que puede interpretarse además como un homenahe -. Además están los paseos de Zhao Tao, habitual cómplice - además de esposa - más que mera actriz del director, por la Shanghai actual.

Lamentablemente, serían necesarios más conocimientos históricos sobre China para poder entender ciertas claves que encierran algunas frases de los entrevistados así como cierta simbología. Aunque si que podemos apreciar en los testimonios más actuales, el de un par de triunfadores - uno en la bolsa y otro en la literatura y en las carreras automovilísticas (literalmente, en ambos campos) -, la ironía característica de su autor. Es tan bello como inquietante el retrato de las obras de la mencionada Exposición Universal y también es reconocible la firma de Jia en el contraste entre las edificaciones nuevas y el estado ruinoso o en proceso de demolición de otros. El futuro se escribe en el presente sobre los rastros del pasado que, se diría, pretenden resisitir a su definitiva desaparición.

Algo parecido a lo que ocurre con la memoria de las personas, con esos recuerdos obsesivos que anteceden incluso al propio nacimiento, como el testimonio de la hija que no llegó a conocer a su padre, fusilado pocos días antes de nacer ella y no puede contener la emoción mientras habla de las fotografías - lo único que conoció de su padre - de su juicio y ejecución. Pero también es conmovedora la historia que fríamente relata el hijo de una antigua actriz, quien fue empujada al suicidio en la Revolución Cultural, proceso que también se ensañó con supropia hija - y hermana del entrevistado -, también perseguida políticamente quien trató de huir embarazada a Hong Kong y a quien el régimen atrapó, dando en adopción posteriormente a la criatura que nació.

Precisamente, hay quien encuentra en el "papel" de Zhao Tao a esa niña que regresa a la ciudad de su madre. Hay otra opinión - que personalmente encuentro más atrayente - según la cual, y como en El cielo sobre Berlín, de Wenders, este impasible, pasivo personaje no sería sino la encarnación del "Ángel de la Historia" de Walter Benjamin: "Su cara está vuelta hacie el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que acumula sin cesar ruina sobre ruina y se las arroja a sus pies. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedezado. Pero una tormenta desciende del Paraíso y se arremolina en sus alas y es tan fuerte que el ángel no puede plegarlas... Esta tempestad lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas mientras el cúmulo de ruinas sube ante él hacia el cielo."

Sin duda una bella y apropiada metáfora, aunque quizás, no estemos sino ante un personaje cuyo misterio es imposible de desentrañar, igual que de imposible resulta retratar una ciudad como Shanghai. Jia Zhang-ke lo intenta, y aunque no es su mejor película, como mínimo consigue que ese misterio nos parezca - pese a algún altibajo - interesante.

Post-Scriptum: La canción que da título - internacional - a la película:

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