"Pensé en la guerra de mi abuelo, una guerra con metas y objetivos. Pensé que, por la mañana, marcharíamos por las llanuras del este ante un sol que seguiría bajo el horizonte. Pensé que volveríamos a una ciudad por la que todos los años se libraba la misma batalla; una lenta y sangrienta procesión de otoño para señalar el cambio de estaciones.
Los expulsaríamos de allí. Siempre los expulsábamos. Los mataríamos. Ellos nos dispararían, nos destrozarían las extremidades y correrían por las colinas y los cauces secos, de vuelta a los pueblos polvorientos y a los callejones. Luego, regresarían y nosotros volveríamos a saludarles cuando tomaran el té apoyados en farolas y protegidos del sol bajo toldos verdes, delante de sus tiendas. Y cuando patrulláramos las calles, lanzaríamos caramelos a sus hijos, con los que tendríamos que luchar años más tarde, en otoño."
(página 83)
Kevin Powers, Los pájaros amarillos, traducción de Jesús Gómez Gutiérrez. Editorial Sexto Piso, Barcelona, 2012.