15 de mayo de 2010

¡Shonen Knife!

A diferencia del firmante de este artículo, yo sí que escuché a las Shonen Knife en su momento. Es más, me atrevo a afirmar que las escuché seguramente antes que Kurt Cobain, quien "Era tan fan de la banda que cuando por fin las pude ver en directo cada noche, me sentía como una niña adolescente en un concierto de The Beatles" (la frase, como una buena parte del artículo, está sacada de la entrada de las japonesas en la Wikipedia en su versión inglesa). Todavía conservo el single de la pieza con la que les dejo a continuación. ¿No eran (son) adorables?

2 de mayo de 2010

Corona de flores


"Corren los mejores tiempos, corren los peores tiempos, es la era de la sabiduría, es la era de la estupidez, es la época de la fe, es la época de la incredulidad, es el tiempo de la Luz, es el tiempo de la Oscuridad, es la primavera de la esperanza, es el invierno de la desesperación, lo tenemos todo por delante, no tenemos nada por delante, vamos todos directos al Cielo, vamos todos directos al otro lugar".


Aunque tengo varias lecturas pendientes, como testimonian las últimas entradas, este fin de semana he comenzado la lectura de Corona de flores, de Javier Calvo (Random House Mondadori). Un doble y explícito homenaje: por un lado, a la novela gótica victoriana y por otro, a la ciudad de Barcelona. De lo leído podemos entresacar ya la creación de, por lo menos, dos grandes personajes: el inspector Semproni de Paula y el doctor Menelaus Roca, que se mueven en un insano ambiente, en el que la sempiterna e inquietante neblina del Londres victoriano es sustituida por el tóxico dosel de sombras barcelonés. No son los únicos méritos: anótense también el rápido ritmo con el que se desarrollan y ese suspense que dejan los breves capítulos (y que dicho sea de paso nos ha recordado que fue el propio Calvo quien tradujo Las asombrosas aventuras de Kavalier & Clay, de Michael Chabon).


Una nueva y breve muestra de Corona de flores, que da fe del estilo de su autor y de la Barcelona que retrata:

"La ciudad no ha emergido de su sueño medieval como una oruga de su crisálida. Ha emergido como un paciente trepanado que se escapa del hospital: con los brazos colgando a los costados y la baba cayéndole sobre la pechera del camisón".

Más: EL BLOG DE JAVIER CALVO