29 de septiembre de 2017

El ejército de los sonámbulos



A los más que improbables lectores de esta entrada les he de reconocer de antemano que, desde hace ya algún tiempo, no poco, deserté de leer ficción del llamado “género histórico”; es más leer en alguna reseña o descripción de algún libro cualquier rasgo o característica que pueda emparentarse con el mencionado género me provoca el mismo y fulminante efecto disuasorio que leer “basado en hechos reales” al inicio de cualquier producción televisiva emitida en la sobremesa del fin de semana. Felizmente, existen excepciones como "Wu Ming" – “anónimo”, en chino, marca bajo la que se refugia un grupo de escritores italianos, anteriormente conocidos como "Luther Blisset" – que tras Manituana regresan con una nueva obra, una apasionante novela de aventuras en el contexto de la Revolución Francesa, más en concreto al período que arranca en 1793 – ese “noventa y tres” que precisamente daría título a la última novela de Víctor Hugo – y termina en 1795, que se inicia con la decapitación del rey Luis XVI, cuya liberación no consigue un grupo de leales a la monarquía y del que formó parte el más intrigante del mosaico de personajes que aparecen en las páginas de este volumen, que completan un actor italiano sin demasiado fortuna – también se alude a la muerte en aquel tiempo y exiliado en París del gran dramaturgo italiano Carlo Goldoni -, una madre soltera, viuda de guerra, militante de la revolución, o un médico humanista seguidor de la doctrina del “magnetismo animal” preconizada unos años antes por Franz Mesmer. Como resulta inevitable todos ellos confluirán en un último tramo del libro que responde plenamente a las expectativas que el hábil y cuidado desarrollo de la narración ha ido trazando. De lejos –e incluso a veces de manera cercana - los personajes verán o escucharán a/de personajes históricos: al rey y a la reina decapitados, a su hijo y heredero, a Marat, a Danton, a Robespierre… Pero ni unos ni otros son tratados en ningún caso como arquetipos o símbolos de algún colectivo en concreto, tampoco son héroes – cuánto tiempo hace que no leemos la palabra antihéroe, acaso gastamos el concepto de tanto usarlo - y si compartiesen algo en común sería, de uno u otro modo, su condición de víctimas en mayor o menor grado.

Wu MingEl ejército de los sonámbulos. Traducción de Juan Manuel Salmerón. Editorial Anagrama, 2017.

27 de septiembre de 2017

I am a hero



Adaptación del manga homónimo - que, aunque editado en castellano por Norma, desconozco - creado en 2009 por Kengo Hanazawa, que disfrutado un gran éxito de público tanto en Japón como también por aquí, I am a hero es una más que digna aportación al género – pues ya bien podría considerarse como tal – de zombies. Su protagonista es el típico perdedor, en este caso un ayudante de un dibujante principal de mangas, que ve como su prometedora carrera se ha ido al garete, lo mismo que la relación con su novia: un perdedor en el amor y en la vida, un personaje cinematográfico ideal . El ambiente en el despacho de dibujantes  ya es una buena muestra del sentido del humor que va a marcar la narración, incluso cuando la enfermedad que convierte a prácticamente todo el mundo en zombies sedientos de carne humana se propague por toda la ciudad: los primeros momentos de expansión de la enfermedad, la confusión, la huida en taxi de Hideo – el nombre del héroe – junto a la colegiala Hiromi en un taxi conducido por un zombi son notables. Los dos protagonistas emprenderán posteriormente trayecto hacia el Monte Fuji - pues la altitud impide el desarrollo de la enfermedad -, recalando en un centro comercial en el que encuentran a más supervivientes de la pandemia, pero también a numerosos zombies. Será en el aparcamiento de ese enclave donde suceda inevitablemente  el clímax de una película en la cual su director demuestra conocer – y aplica – los resortes básicos del género, destacando como ya se ha dicho un agudo sentido del humor y un especial y trabajado look de los muertos vivientes, entre los que destaca el del disciplinado saltador de altura. Acompaña la edición un folleto que incluye un artículo de Mike Hostench, subdirector del Festival de Sitges y un apéndice de las 10 mejores películas japonesas de zombies (selección, suponemos, que del propio Hostench), relación que cierra precisamente la película objeto de este comentario. Nada que objetar.

I am a hero, dirigida por Shinsuke Sato, está disponible en DVD y BR en edición de Mediatres. Y también puede verse en Filmin.

25 de septiembre de 2017

Intemperie



No pude con el original literario, me pareció excesivamente deudor de Cormac McCarthy, una mera traslación del universo del escritor norteamericano al paisaje castellano asolado por la sequía, la pobreza, la mezquindad… Me incomodaba más esa sensación de estar asisitiendo a un homenaje que lo que relataba el propio libro. No alcancé a pasar demasiadas páginas, lo reconozco. Creo, no obstante, que lo describía - al menos en esas primeras páginas que leí - Carrasco en su novela queda fielmente capturado en este primer trabajo en solitario del dibujante catalán Javi Rey – fogueado, sin embargo, en el potente sector del cómic franco-belga - que acierta plenamente convirtiendo la peripecia de un niño y un anciano cabrero en un western casi mudo – como en el original literario -, en el que destacan el cuidado en la elaboración de los pocos personajes que pueblan el desierto escenario, mediante un trazo simple, casi descuidado – aunque me parezca excesiva la traslación literal del alguacil como “demonio rojo de afilados dientes”, por ejemplo – y un ejemplar tratamiento del color, elemento éste muy necesario para una narración en la que paisaje y protagonistas rivalizan en dureza, cuando no directamente en violencia. Es notable también la influencia cinematográfica en la composición de las viñetas y será inevitable comparar esta adaptación con la que parece que se está haciendo a la gran pantalla. Completa el volumen una entrevista-conversación con Rey y Carrasco, en la que además de confesiones de admiración mutua, también se trata sobre el proceso de creación de este cómic.

Javi Rey (basado en la novela de Jesús Carrasco), Intemperie.  PlanetaCómic, Barcelona, 2016

22 de septiembre de 2017

The Churchmen (Primera Temporada)



The Churchmen es el título internacional de la serie de la cadena francoalemana Arte, cuyo título original Ainsi soient-ils es un juego de palabras con la expresión francesa Ainsi soit-ilasí sea -, equivalente al Amén y que suele utilizarse al finalizar determinadas plegarias. En principio, la serie describe el itinerario de cinco seminaristas de diferentes y variadas procedencias que ingresan en el Seminario de los Capuchinos en París. Pero también ilustra los avatares de la gestión del propio Seminario, a cargo del superior del mismo y su mano derecha, soberbiamente encarnados ambos por Jean-Luc Bideau y Thierry Giménez respectivamente. Por otra parte, también tenemos al presidente de la Conferencia Episcopal Francesa – un también excelente Michel Duchaussoy -, ya que el Seminario y, especialmente, su superior, son uno de sus principales problemas a la hora de su reelección en el cargo, para la resolución del cual no duda en recurrir al Vaticano y al propio Santo Padre, el cual, sí, también es un protagonista secundario – aunque importante, faltaría más - de la narración. La diversidad de líneas argumentales no debería disuadir al espectador, pues tanto los conflictos personales de los cinco seminaristas que ven como su vocación se pone a prueba casi continuamente como las intrigas palaciegas – especialmente, la campaña del obispo para ser reelegido, aspecto éste que demuestra la debilidad de la ficción francesa por el entramado de la comunicación política - y vaticanas son abordadas con sutilidad, sin echar mano de gratuitas provocaciones – pese a lo cual, algunos estamentos católicos franceses censuraron la serie – y resueltas con inteligencia y habilidad, aún con algunos altibajos, especialmente provocados por la bisoñez de sus intérpretes – entre los cuales, Clément Manuel, que más tarde será un monje en la abadía en la que se desarrolla buena parte de la acción de la estimable serie belga Ennemi Public -, que en nada interfiere en la notable calidad de una primera temporada que se cierra de una manera casi perfecta: cerrando - ¿definitivamente? - el periplo de algunos personajes y abriendo nuevos horizontes para otros: la segunda y tercera temporadas también están disponibles en Filmin. On reparlera.

20 de septiembre de 2017

Júlia Ist




Elena Martín, protagonista del film colectivo Les amigues d’Àgata, debuta en la dirección con esta película. Como aquel, éste es tanto un trabajo de fin de carrera como un retrato generacional. Por la habilidad con la que maneja unos recursos que es difícil imaginar que no han sido precisamente generosos, cuesta creer que estemos ante una cineasta debutante; en cuanto a la consideración de “retrato generacional” es más una definición, y tal vez y además, un injusto encasillamiento que la ambición real de Martín, por más de que se encargue de protagonizar – y muy bien - la cinta, además de dirigirla y co-escribirla arrancando más que probablemente de una experiencia autobiográfica. Pero lo que dibuja el film es antes un estado de ánimo, una sensación de extrañamiento de la protagonista que ya parece acompañarla en los primeros minutos en Barcelona, se hace más evidente durante su Erasmus en Berlín y de nuevo – y quién sabe si quizás definitivamente – a su vuelta a Barcelona, como muestra la parte final, narrada como el resto del metraje mediante pequeños,  puntuales y ocasionales momentos aislados que sirven perfectamente para iluminar con exactitud aquello que la directora desea siendo su rostro la herramienta principal aunque no la única de la que se sirve.

Júlia Ist, de Elena Martín todavía puede verse en algún cine y estará disponible en Filmin desde el próximo 26 de septiembre.


18 de septiembre de 2017

Crononautas



Siempre con el rabillo del ojo pendiente de futuras y lucrativas adaptaciones cinematográficas, dotado con un más que demostrado instinto para identificar actuales – y más importante aún, futuras – tendencias, Mark Millar ha escrito en esta ocasión un divertimento – no me cabe la menor duda que ha debido disfrutar mucho mientras lo hacía – sobre viajes, o más específicamente. sobre viajeros en el tiempo: Corbin Quinn y Danny Reilly, quienes tras probar una exitosa retransmisión televisiva de la batalla de Gettysburg para telespectadores actuales – quien sabe si este tipo de programas en directo animarían a las grandes cadenas que sufren ahora la competencia de las plataformas de pago por visión -, deciden acometer la aventura de trasladarse ellos mismos para obtener las imágenes de la arribada a América de Cristóbal Colón en 1.492. 

La cosa no funciona todo lo bien que debería y uno de ellos ha de partir a la búsqueda de su colega, quien, durante los escasos minutos presentes que tarda su amigo en dar con él, se ha convertido en amo y señor en diferentes espacios físicos y temporales, además de haber tenido tiempo para escribir “las mejores canciones de los Beatles y crear a Harry Potter y Breaking Bad”, o – detallea en absoluto menorwa – haber salvado a los Smiths de la partida de Morrissey o salir con una aspirante a estrella del cine llamada Norma Jean Baker. Este es el nivel. O lo tomas o dejas. Sin el encanto quinceañero y naíf de de las tres entregas de “Regreso al Futuro” de Zemeckis, y decididamente pasado de revoluciones, afortunadamente el creador de Kick-Ass encuentra en Murphy el cómplice quizás más adecuado para ilustrar unos alocados trasvases temporales a través de páginas y viñetas en las que conviven por ejemplo guerreros vikingos, espartanos y chinos con las legiones romanas y el ejército francés de la Primera Guerra Mundial junto a otras armas y vehículos actuales o provenientes de un presente no muy lejano…

Mark Millar, Sean Gordon Murphy, Crononautas. Panini Comics, Torroella de Montgrí, 2016.

12 de septiembre de 2017

Gass en Williams


"Esa noche reinó el silencio en la casa. Constance se acurrucó detrás de Ben en la cama y acarició su pelo.
- Háblame - dijo Constance.
- William Gass dijo que las parejas se parecen como dos paredes - dijo Ben.
- Eso no es más que una aliteración - dijo Constance -. Háblame un poco más.
Pero Ben no dijo mucho más".

Cuentos Escogidos, Joy Williams. Seix Barral, Barcelona, 2017

4 de agosto de 2017

Vos sabés que lo adoro a mi hijo



"(...) Lo quiero más que a nadie en el mundo. Pero a veces me agota, no tanto él sino mi constante preocupación por él. A veces pienso que no tendría que haber tenido un hijo a esta edad. Es horrendo pensarlo, pero se me llenó la vida con un miedo que antes no tenía, miedo de que me pase algo y se quede huérfano, que le pase algo a él, que te pase algo a vos. Es una nueva fragilidad, un lado vulnerable que no conocía. Quizá a los padres más jóvenes no les pasa. A mí me da terror a veces. Cuando corre hasta la esquina y no lo alcanzo y le pego el grito sin saber si va a frenar. Tendría que haber un curso para criar hijos. Tanto curso de preparto y después nace y cuando llegás a tu casa por mi primera vez no sabés ni dónde ponerlo. ¿Donde lo apoyás, en que parte de la casa va ese viejito mínimo, ese haiku de persona? Nadie te enseña. Nadie te advierte lo duro que es no dormir, renunciar a vos mismo a cada rato, postergarte".

Pedro Mairal, La uruguaya. Libros del asteroide, Barcelona, 2017

27 de mayo de 2017

Denis Johnson (1949-2017)



"Mientras subíamos al autobús levanté la vista y me di cuenta de que ya debía haber amanecido, pero estaba tan nublado que no nos llegaba ni un rayo de sol. Estaba bien tener un cojín donde sentarse, aunque estuviera mohoso y rajado, pero yo no entendía la actitud risueña de Michael, el entusiasmo que mostraba entre aquella flota de autocares de lujo en ruinas, exportados de Malasia o de Singapur en lotes de chatarra del tamaño de buques de carga, estrangulados y aporreados para que soltaran unos cuantos estertores más, enfilando las carreteras con sus televisores rotos, sus cinturones de seguridad arrancados, y llenos de Michaels. Metimos nuestro equipaje en las rejillas de encima de los asientos y Michael se aseguró de que tanto Davidia como yo tuviéramos sendas botellas de agua y cajas de galletas de mantequilla Good Life. De algún tipo de iglesia situada en el edificio que teníamos detrás, en la segunda planta, por encima de los retretes públicos, nos llegaban cantos corales. Davidia se alisó la larga falda africana, apoyó la cabeza en un pañuelo doblado contra la ventana y se quedó dormida. Los pasajeros se acomodaron a nuestro alrededor, con los móviles pegados a la cabeza y hablando. Olían a alcohol, orina y a sobaco. Ahora Michael se colocaba entre ellos, retomando el manto de la pobreza africana, tal como hace el africano civilizado: relajando los hombros, calmando las manos y dejando que le caiga un velo sobre el corazón".

Denis Johnson, Los monstruos que ríen. Traducción de Javier Calvo. Literatura Random House, Barcelona, 2016.

8 de febrero de 2017

Divinas, Houda Benyamina



Esta película francesa, galardonada con la Cámara de Oro del último Festival de Cannes a la mejor ópera prima presentada dentro de sus secciones, se distribuye internacionalmente – Francia aparte -, a través de Netflix. La falta de espacio no da para reflexionar sobre el hecho de que sea un gigante norteamericano el que distribuya globalmente un film de la Francia de la “excepción cultural”, así como que haya sido financiado en parte por una institución de Qatar: ¿será el cinematográfico el próximo negocio objetivo de las monarquías del Golfo Pérsico, después de deportes como el balonmano o el fútbol? Centrándonos ya en Divinas, podemos decir que la carta de presentación de Benyamina es un buen ejemplo de primer trabajo tan ambicioso como bientencionado en el que se quieren tratar demasiados temas – la situación en la banlieue parisina, la falta de futuro de la juventud especialmente de los hijos de los inmigrantes, el peso de la tradición y la religión islámica, el despertar al amor, al sexo, en la adolescencia, la amistad juvenil. … -, algo que resulta muy agradecido para obtener galardones como el ya mencionado al inicio de esta reseña, pero que, en conjunto, acaban demasiado difuminados en un resultado global de una peripecia ya tantas veces vistas en películas de, por mencionar los primeros ejemplos que vienen a la memoria, Martin Scorsese, Spike Lee o – referentes más cercanos – Bertrand Tavernier o Mathieu Kassovitz: jóvenes sin esperanza – en este caso dos quinceañeras -, que sueñan con dinero (fácil), playas tailandesas y Ferraris que deciden embarcarse en el trapicheo de drogas a través de quien controla el negocio en su barrio – otra mujer de origen africano – antes de acometer una acción espectacular porque tal vez otro futuro pueda ser posible… y que desemboca en un final de denuncia, que incluso podría haber sido más contundente si todo lo mostrado – enunciado con anterioridad hubiese traspasado lo epidérmico.

7 de febrero de 2017

Mathias Enard, Brújula



El penúltimo Premio Goncourt se atribuyó a esta novela, escrita por un autor francés que vive en Barcelona y habla, dicen, un árabe perfecto. En esta ocasión no se trata de mil y una, sino sólo una larga e insomne noche en la que se evoca un compendio de historias, pero también de anécdotas, de nombres – algunos conocidos, otros no tanto - que ponen de relieve como las diferentes culturas de Oriente y Occidente más incluso que influenciarse, han convivido con naturalidad y no tienen por qué estar inevitablemente destinadas a enfrentarse. Franz Ritter, musicólogo orientalista, quiere escapar de la muerte y del dolor y para ello recurre al opio, a sus recuerdos y a sus querencias desde una Viena que en algún momento llegó a considerarse como la Puerta de Oriente. Desde su apartamento recuerda otro piso, aquel de París en el que el escritor iraní Sadeq Hedayat, autor de La lechuga ciega, se quita la vida, pero también la noche pasada al raso entre las ruinas de Palmira – ese escenario ya desaparecido, destrozado por la barbarie – en compañía de los otros principales protagonista de la narración, también orientalistas: Faugier y, especialmente, Sarah, de la quien Ritter está enamorado, quien busca hacerse un hueco en el mundo académico en el que Ritter ya está instalado. En esta novela francesa sobre la fascinación oriental, y particularmente árabe, resuenan los ecos del austríaco Bernhard y del italiano y germanista Magris, quienes son citados en más de una ocasión en un brillante texto que ha contado para su versión en castellano con la traducción cómplice de Robert Juan-Cantavella.


5 de febrero de 2017

La compassió, segons Onfray



"La compassió sovint impedeix pensar, mentre que pensar no impedeix la compassió. D'altra banda, es pot optar per una compassió continguda, privada, íntima i considerar indigne mostrar llàgrimes, crits, plors, sanglots, tot això en presència de les càmeres i dels fotògrafs. L'exhibició de compassió no és forçosament una prova de compassió, però és sempre una prova d'exhibició. Després de Rochefoucauld i els moralistes francesos, Nietzsche ens ha ensenyat a desconfiar de la compassió: sovint és una de les modalitats que adopta l'amor propi: Déu meu, que egoistes que són quan fan un espectacle del seu amor pels altres" Deixem aquí el narcisisme de la nostra època, que fa de l'exhibició del patetisme un valor superior a la facultat de pensar".

Cita extreta del llibre de Michel Onfray, Pensar l'Islam, Traducció de Josep Alemany, Edicions de 1984. Barcelona, 2016.

3 de febrero de 2017

Les témoins




Aunque en un principio estaba anunciada que se estrenaría con el título de Desenterrados, finalmente los responsables de la cadena Cuatro decidieron ventilarse – más que emitir, puesto que lo hicieron en un par de días – esta mini-serie francesa con un título todavía peor, Los desenterrados de Le Tréport, aunque cabe reconocer que pone de relieve uno de sus principales alicientes: el enclave geográfico de Le Tréport, en la Alta Normandía. Su clima inhóspito favorece que Les témoins – título original – parezca inspirarse más en la ficción criminal nórdica – con un enfrentamiento personal entre policía y criminal, muy en la línea de Jo Nesbo – que en el polar clásico francés. También cabe subrayar que ese género - o subgénero, como el improbable lector prefiera - televisivo, conocido como "nordic noir" se va expandido de manera rápida y abarca ya un generoso ámbito geográfica que va desde Estados Unidos a Europa Occidental, pasando por la producción televisiva del Reino Unido.

Entre los principales aspectos positivos que pueden destacarse de Les témoins está, como  ya ha quedado dicho, una atractiva ambientación, un original punto de partida – fallecidos recientes son exhumados y  colocados en pisos piloto evocando escenas familiares - y la actriz que incorpora a la encargada de la investigación, Marie Dompnier, toda una revelación. Por el lado negativo, cierta demora narrativa – podría haberse reducido incluso el número de episodios – y Thierry Lhermitte, el policía retirado que ha de volver al trabajo por un desequilibrado criminal que le interpela mediante sus acciones, demasiado frío y nada carismático, en especial en relación a su némesis. Aunque Lhermitte parece atenazado por algunos actos de su pasado, su rostro siempre parece sufrir los estragos de alguna cosa que ha bebido o comido y no le ha sentado nada bien.

Para el anecdotario, destacar la presencia, como jefa de policía, de Catherine Mouchet, la inolvidable Thérèse de Alain Cavalier…:







2 de febrero de 2017

La tentación de lo nuevo



"Quizás nosotros, los críticos, somos más sensibles a la tentación de lo nuevo que a la ley estricta de la equidad, que debería ser nuestra regla".

Extraído de Eric Rohmer, El gusto por la belleza, Editorial Paidós, Barcelona, 2000. La cita corresponde a la reseña que escribió Rohmer sobre The Big Sky (Río de sangre), de Howard Hawks (película a la que corresponde el fotograma que ilustra esta entrada).

1 de febrero de 2017

Después de nosotros, Joachim Lafosse



Con desafortunado título nos ha llegado el último filme dirigido por un todavía joven e interesante director belga, Joachim Lafosse, que es un ajustado - por duración, por verosimilitud - retrato de matrimonio no ya en proceso de descomposición, sino totalmente descompuesto, pero que ha de convivir en la casa que compró la esposa - con el dinero de su família - y que rehabilitó en su totalidad el marido; éste estima que, por tanto, le corresponde el 50 por ciento del valor de la vivienda, razón por la cual se niega a abandonar el domicilio conyugal, mientras que ella considera que su aportación a la economía de la pareja - L'economie du couple es precisamente el título original de la cinta - ha sido inferior. Resulta notable la manera en que Lafosse, apoyado en sus dos magníficos actores principales, Bérénice Bejo y Cedric Kahn, este último también director de cine, consigue convertir lo que se intuye un día fue un idílico nido de amor - casi único escenario en el que transcurre la acción - en poco menos que una prisión en la que una asfixiante tensión sobrevuela cualquier momento, sea éste un desayuno familiar compartido con sus dos hijas o una cena con los amigos - que antes fueron comunes -, y cuando esa tensión parece atenuarse es para que aparezca un momento invadido de una sensación de irreparable tristeza como en ese instante en que los cuatro miembros de la familia ponen una escena una coreografía colectiva creada por una de las hijas, que deviene en un baile a dos de una pareja que, sin amarse está sin embargo condenada a vivir bajo el mismo techo y cargada de rencor.

Coda:



Después de nosotros puede verse, actualmente, en Filmin.

30 de enero de 2017

Kjell Westö, Espejismo 38




Escritor finés en lengua sueca, Westö sitúa el marco temporal de esta novela, reconocida con el Premio de Literatura del Consejo Nórdico en 2014, en 1938, aunque en ella resuenan los ecos de la guerra civil finlandesa que se libró entre enero y mayo de 1918. Aunque la acción se sitúa en Helsingfors, la capital del país, es también claramente perceptible la situación europea: otra guerra civil, en este caso la española, o la anexión de Austria y de buena parte del territorio checoslovaco por parte de la Alemania de Hitler influyen en las tertulias del llamado Club de los Miércoles, grupo de amigos, todos ellos cuarentones y reputados profesionales, que se reúne mensualmente.  Uno de sus fundadores, Claes Thune, abogado, es el principal protagonista del libro, protagonismo que comparte con una mujer, la enigmática Matilde Wiik, que entra a trabajar como su secretaria, quien sirve – entre otros personajes – para establecer la continuidad entre la Finlandia de 1918 y la de 1938. Resulta imposible dar algún detalle de la trama sin que eso signifique destripar la obra, en la que el autor, muy hábilmente y ganando seguridad conforme la acción progresa, va por un lado detallando como los miembros del Club de los Miércoles van tomando posiciones respecto al auge de Hitler – y como el gris y mediocre abogado protagonista toma partido por primera vez en su vida y además de manera pública - y por otro dibuja una historia de venganza y sacrificio, en la cual la identidad de la víctima (y anterior verdugo) no es revelada hasta las últimas líneas.

Kjell Westö,  Espejismo38. Traducción de Carmen Montes Cano. Nordica Libros. Madrid, 2016.

25 de enero de 2017

¡Gracias jefe!




El director de esta película, François Ruffin, es redactor jefe de la revista francesa Fakir – que tiene como lema “la revista enfadada con todo el mundo. O casi” -, cuyos más de seis mil suscriptores han participado en la producción de la misma. Si bien se trata de un trabajo cercano a ese periodismo televisivo de denuncia que en nuestro país encarna Jordi Évole, hay otro modelo bien reconocible: el primer – y mejor – Michael Moore, el que aún no se tomaba demasiado en serio a sí mismo. Así, en “Roger and me”, Moore trataba de entrevistar al presidente de General Motors sobre el cierre de una planta automovilística que condenaba al paro, a la pérdida de asistencia  sanitaria, a la pobreza en definitiva a cientos de familias y, en el caso que nos ocupa, Ruffin trata de interpelar a Bernard Arnault, el hombre más rico de Francia, propietario del imperio del lujo LVMH – Louis Vuitton, Moët Chandon, Kenzo,… - que ha desmantelado numerosos talleres textiles en el norte de Francia. Tras fracasar en el intento, decide ayudar precisamente, a un matrimonio de damnificados por ese cierre. Aunque chirríe esa comparación que él mismo hace – ante sus hijos – con Robin Hood, compensa con creces el humor que destila toda la cinta y la ternura con esa pareja, que provoca inevitablemente una sonrisa cómplice en el espectador.