1 de diciembre de 2015

Recapitulación

Otro año más se me ha escapado conmemorar el aniversario de este blog. Hacer alguna entrada relativa a la sorpresa que me produce que aún siga entrando por aquí y, todavía mayor sorpresa, que la gente siga visitándolo. Por lo tanto, no se trataría tanto de una entrada conmemorativa, tendría que ser un escrito de agradecimiento a esos improbables lectores que todavía, de vez en cuando, se siguen pasando por aquí; la gran mayoría de ellos supongo que de forma accidental. Pero también a ellos debería mostrarles mi gratitud, igual que a los improbables visitantes habituales.

Abrí el blog con la intención de escribir más, de disciplinarme en la escritura. Por entonces, aún andaba en la Universidad y un profesor que ejercía cierta ascendencia sobre mi persona afirmaba aquello de que “a escribir se aprende escribiendo”. Hago constar que la producción académica escrita del mencionado profesor ha sido, y siendo generosos en la apreciación, escasa.

He de reconocer, no sin cierto rubor, que, retrospectivamente, leo las primeras entradas que fui escribiendo y, durante un tiempo (que no me atrevo a cuantificar) fui escribiendo con cierta frecuencia (la cual tampoco me animo a cuantificar) y, además, por lo que leído, creo que las entradas, más allá de partir en más de una ocasión, de una pura anécdota, aguantan bastante bien. Posteriormente, la cosa se fue haciendo cada vez más complicada: factores personales y cierta propensión a la pereza, fueron haciendo que cada vez las entradas sean menos numerosas, se distancie mucho más el tiempo que transcurre entre cada una de ellas y que, además, estas se nutran mucho más de "material ajeno": citas de libros que estoy leyendo, películas, canciones, etc. A ello, estoy en los últimos meses, para demostrar que el blog todavía está vivo, reproduciendo reseñas que publico en otros medios, básicamente en la revista "Ruta 66". Pero tampoco creo que esto pueda demostrar que este espacio de Internet está vivo, más bien que se mantiene en un estado no demasiado saludable.

Y aquí estamos recapitulando, haciendo tanto un examen de conciencia como un vago compromiso público por escribir más, con mayor frecuencia. Aunque es un compromiso que se asume, al menos por el momento, sin excesivo entusiasmo. Porque, a la que acabo de escribir estas líneas, se me aparecen otras dudas, especialmente por el hecho de que uno también quiere encontrar el tiempo, el espacio para tratar de escribir algo que valga la pena... Y de nuevo las preguntas... ¿Ficción? ¿Seguir refugiado en la modesta crítica cultural? ¿Pasar de esa modestia al ensayo? ¿Atreverse de una vez por todas con la poesía?

Acabamos por ahora, pero, disculpen las molestias, tal vez sigamos...

8 de noviembre de 2015

La música importa



"La música importa - me dijo una vez-. La literatura popular cae en el olvido, las series de televisión caen en el olvido, y a ver si eres capaz de decirme qué películas viste en el cine hace dos años. En cambio la música perdura, incluso la música pop. Sobre todo la música pop.  Por más que desprecies Raindrops Keep Fallin' On My Head, la gente seguirá escuchando esa bobada de mierda dentro de cincuenta años."

Stephen King, Revival. Traducción de Carlos Milla Soler. Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona, 2015.

5 de noviembre de 2015

Demoledora definición de "sinergia", de John Lanchester


"En esencia, otra de las muchas GILIPOLLECES que circulan por ahí, pero, cuando de verdad significa algo, quiere decir fusionar dos empresas y aprovechar la oportunidad para despedir personal. Por ejemplo, si se fusionan dos empresas que fabrican productos similares, tendrán almacenes y sistemas de entrega parecidos; en consecuencia uno de los grupos de empleados perderá sus puestos de trabajo. La finalidad es reducir costes y aumentar las ganancias, aunque es algo que no suele ocurrir; está demostrado que la mayor parte de las fusiones acaban saliendo caras. En una fusión, una empresa con una cifra de negocios de 1 millón de libras y beneficios de 100.000 se añade a otra con las mismas cifras, con la esperanza de llegar a ser una empresa nueva que facture 2 millones de libras y obtenga unos beneficios que - gracias a la sinergia - ascenderán a 250.000. Así, se crea una nueva  empresa que factura 1,75 millones y con beneficios de 160.000. Eso se llama "destrucción de valor". Cuando dos empresas se fusionan, lo primero que miran los analistas a la hora de evaluar la operación es cuántos puestos de trabajo se han perdido. Cuantos más mejor. Eso es sinergia",

23 de octubre de 2015

"El misterio de la casa de los trueques", Alberto Mussa


                                                
Si no estamos equivocados, esta novela es la primera de su autor, brasileño de origen libanes, que se publica en nuestro país.

Se trata de una obra policíaca, en la que asistimos a los afanes de un policía  por desvelar el autor del crimen que tiene lugar en un curioso prostíbulo – la “casa” a la que alude el título – de Río de Janeiro en 1.913. Aunque todos los indicios apuntan a la culpabilidad de la “enfermera” que atendió al Secretario de la Presidencia antes de que este fuera hallado muerto, naturalmente no todo es tan sencillo...

El principal punto de interés es la originalidad de Mussa que añade a la trama policial una serie de hechos relativos a la historia de la ciudad de Río de Janeiro así como la descripción de leyendas y ritos brasileños importados por los esclavos desde su África de origen. También, a través de la figura del propietario del burdel hay también un recorrido por el erotismo y el comportamiento sexual de principio de siglo XX.
                                           
Estas digresiones aunque, por un lado, son fundamentales para el esclarecimiento de la autoría criminal que se persigue, acaban suponiendo un cierto lastre, al ser numerosos y detallados, al ritmo de la narración principal, lo que no impide que, en conjunto, “El misterio de la casa de los trueques” deje de ser una lectura más que interesante.


Alberto Mussa, El misterio de la casa de los trueques. Traducción de Marina Alonso. Editorial Funambulista, Madrid, 2015.


(Nota: esta reseña se publica en el número del mes de octubre (n. 330) de la revista Ruta 66)

22 de octubre de 2015

"Eden", Mia Hansen-Love

Escrita al alimón con su hermano, Sven, la última película de Mia Hansen-Love viene a ser una obra autobiofráfica sobre un disc-jockey de música electrónica apasionado por el estilo garage house, a la cual en un momento dado define como “una mezcla de euforia y melancolía”.



Y el principal acierto del film es precisamente ése, que se construya mediante fragmentos en los que coexisten una y otra emoción, aunque la que predomine, como es acostumbrado cuando una vida es examinada en retrospectiva, sea la melancolía



Realizadora joven y aún en proceso de maduración – Eden es su cuarta película -,Hansen-Love sortea tanto los excesos a los que podría tender una narración puntuada sobre raves, drogas y personajes más o menos excesivos, como el examen moral tan habitual – incluso en modernas y prestigiosas piezas - cuando se tratan temas como el de la adicción a las drogas.

La pretensión de la directora era hacer una crónica generacional, sobre el french house, movimiento en el que sobresalieron los famosos Daft Punk – sobre los que hay una recurrente broma, además de constantes referencias -, cuya carrera transcurría en paralelo a la del DJ Paul, cuya vida desde que es poco más que un quinceañero hasta que su vida se acerca a la cuarentena es la que sirve a la autora para articular acertadamente esa crónica, una crónica y una vida escritas con letra minúscula.



(Nota: esta reseña se publica en el número del mes de octubre (n. 330) de la revista Ruta 66)

Hombres cuyos ojos yo veo



"La administración colonial británica se encargó a continuación de darles una identidad, y pueden verse algunos de esos certificados en la casa de los Archivos Nacionales de Zanzíbar del barrio de Kilimani. Esas historias no resultan ni antiguas ni lejanas para quien dispone de un instrumento de precisión para medir la Historia. Yo he visto los ojos de mi abuela, la cual había visto los ojos de su abuelo. Éste vivía en El Cairo y vio con frecuencia los ojos de Lesseps, los cuales habían visto a su vez los ojos de Brazza. Todo eso ha tenido lugar en un soplo de tiempo. La trata no es una vieja historia. Hombres cuyos ojos yo veo han visto a su vez los ojos de sus abuelos, que fueron hombres encadenados".

Patrick Deville, Ecuatoria. Traducción de José Manuel Fajardo. Editorial Anagrama, Barcelona, 2015.

8 de octubre de 2015

El centro comercial



"(...) El centro comercial era un caótico edificio de dos plantas que desde fuera parecía diseñado por un especialista en fortificaciones de artillería. Era como una embajada instalada por fuerzas extranjeras en representación del país del comercio, y construida en abierta hostilidad hacia un entorno ajeno. La gente de la urbanización necesitaba los servicios que proporcionaba el centro comercial, y el país del comercio necesitaba los beneficios que obtenían de la venta de productos. En barrios más acogedores, los centros comerciales podían postularse como catedrales del consumismo, y ofrecerse para mejorar la imagen que el comprador tenía de si mismo. Ahí nada pretendía fingir que eso era otra cosa que un intercambio de bienes y dinero".

Gene Kerrigan, La furia. Traducción de Damià Alou. Sajalín editores, Barcelona, 2015

7 de octubre de 2015

Chantal Akerman (1950-2015)

(Retrato de Chantal Akerman, de Blutch para la edición del diario Libération del 26 de enero de 2012)


Siempre estaré agradecido a Chantal Akerman por su película Les Rendez-vous d'Anna, que vi en la Filmoteca de Catalunya, una de esas experiencias que, como ha dicho Todd Haynes a propósito de Jeanne Dielman, otra película de Akerman, "cambian tu manera de pensar, de ver, de concebir el cine" y, naturalmente, por cosas como esta:



Que la tierra le sea leve...

3 de octubre de 2015

"Amar, beber y cantar", Alain Resnais



Esta película de vitalista título es la que, finalmente,  servirá como un brillante colofón a la extraordinaria carrera cinematográfica de Alain Resnais, cineasta que se mantenía activo rebasados los noventa años de edad.

Una carrera que se inició en la década de los años cincuenta del siglo pasado con cortometrajes sobre Van Gogh, Gauguin o el Guernica de Picasso o un estremecedor cortometraje documental – en el que colaboró con el gran Chris Marker - sobre los campos de concentración nazis. Más tarde, en su paso al largometraje, Resnais inició su andadura colaborando con autores como Marguerite Duras o Alain Robbe-Grillet, pero que con el tiempo, mediada la década de los años ochenta, adaptará otro tipo de obras – sólo en apariencia – más leves, casi vodevilescas, como esta pieza teatral de Alan Ayckbourn, a quien ya había adaptado en dos films anteriores.

Lejos de evitar toda referencia al origen teatral del material, el autor de Muriel lo refuerza mediante el uso de telones y fondos dibujados, obra del dibujante de comics – otra gran pasión de Resnais – Blutch, responsable así mismo del extraordinario cartel del film, y del diseñador de producción, Jacques Saulnier, pero también a través de la interpretación de los actores – algunos de ellos como Sabine Azéma o André Dussollier, cómplices de larga trayectoria – siempre bordeando la sobreactuación, puntuado todo ello por la música de Mark Snow.

La cinta se cierra con los personajes presentado sus respetos al ataúd del amigo – protagonista ausente, como el Godot de Beckett, de la obra -, destacando su carácter juvenil y su vitalismo. El espectáculo debe continuar, dicen.


(Nota: esta reseña se publica en el número del mes de octubre (n. 330) de la revista Ruta 66)

26 de septiembre de 2015

El presente


"(...) Eso es, por lo demás, lo que nos explicaba aquel filósofo que nos encontramos una noche en Denfert-Rocherau. Decía:

'El presente está siempre lleno de incertidumbres, ¿eh? Os preguntáis angustiados lo que será vuestro futuro, ¿eh? Y luego el tiempo pasa y ese futuro se convierte en pasado, ¿eh?'

Y, según hablaba, iba puntuando las frases con ese relincho cada vez más doloroso."

Patrick Modiano, El horizonte. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia. Editorial Anagrama, Barcelona, 2010.

11 de septiembre de 2015

El marciano



"Puede que te preguntes que más hago en mi tiempo libre. Paso mucho tiempo sentado perezosamente mirando la tele. Pero tú también, así que no me juzgues".

Andy Weir, El marciano. Traducción de Javier Guerrero. Ediciones B, Barcelona, 2014.

7 de septiembre de 2015

Maigret



"No se tomaba por un superhombre, ni se creía infalible. Antes al contrario, empezaba sus investigaciones, incluso las más sencillas, con una especie de humildad.

Desconfiaba de la evidencia, de los juicios apresurados. Pacientemente, se esforzaba por comprender, no ignorando que los móviles más aparentes no siempre son los más profundos.

Aunque no tenía una idea muy alta de los hombres y de sus posibilidades, continuaba creyendo en el hombre.

Buscaba sus puntos débiles. Y, cuando ponía el dedo sobre uno, no cantaba victoria, sino que, al contrario, sentía un cierto abatimiento.

Desde la víspera, sentía que había perdido pie, pues se había encontrado, sin preparación, frente a gente de las que no sospechaba ni siquiera la existencia. Todas sus actitudes, sus propósitos, sus reacciones, le eran extraños y se esforzaba vanamente por clasificarlos en una categoría.

Sentía necesidad de amarlos, incluso a aquella Jaquette que, sin embargo, le ponía fuera de sí".

Georges Simenon, Maigret y los ancianos. Traducción de Jesús López Pacheco. Editorial Luis de Caralt, Barcelona, 1962.

4 de septiembre de 2015

Aylan

Disculpen las molestias, pero hay ocasiones en las que la actualidad nos interpela, no podemos escapar de ella. Disculpen también porque esta entrada la voy a tratar de escribir del tirón, sin edición ni añadiendo enlaces, por lo que su lectura puede resultar deslavazada y con - espero que no demasiados, errores tipográficos, ortográficos y gramaticales.

Ya saben sobre qué voy a hablarles. Aunque hayan tratado como yo de evitar estos útimos días, estas últimas horas, los telediarios, las portadas de los diarios o las redes sociales, estoy seguro que han visto la foto del cadáver del pequeño Aylan Kurdi, de sólo 3 años, en la orilla de una playa turca. Un niño, bien vestido, yace en una posición en la que que no por inverosímil, muchos niños de esa edad pueden dormir de puro cansancio. Fallecieron junto a él, un hermano un poco mayor y su madre, condenados al anonimato. Su padre, que únicamente quiere regresar a su lugar de origen a enterrar a su familia, explica desde la portada de un diario: "se me escaparon de las manos". Probablemente, también hayan visto alguna otra foto de Aylan, vivo junto a su hermano o en solitario, imágenes que incluso ahora puedan llegar a conmover más que la primera, la que motiva estas líneas.

Soy padre de un niño que recién acaba de cumplir los seis años. Precisamente, desde su nacimiento he ido constatando como me he sensibilizado mucho más a los sufrimientos de los pequeños. No es que antes me resultaran indiferentes - siempre tengo en el recuerdo por ejemplo, una imagen de una madre ante el cadaver de su hijo que perdió la vida mientras jugaba en una ciudad de Irak por la explosión accidental de una bomba -, por supuesto, sino que ahora me calan emocionalmente de un modo que antes no lo hacían: la(s) foto(s) de Aylan, como en otras ocasiones alguna de un pequeño enfermo, la noticia de cuatros niños de Tarragona, muertos en un incendio, etc., no se me van de la cabeza, me causan un malestar casi físico, insomnio o incluso pérdida de apetito.

Supongo que esa es la razón por la que los medios y personas bienintencionadas difundieron esas fotos: no creo que mi caso sea único y gran parte de la población socialmente activa que cuenta entre veinte tantos y cuarenta y tanto años son padres más o menos recientes y la conmoción que les puede provocar esas imágenes tal vez pueda llevar a presionar a sus gobiernos o a colaborar con diferentes ONG que trabajan con los refugiados sirios. No es una cosa reciente, en "La lentitud", Milan Kundera se pregunta porque la prensa sólo ofrecían imágenes de niños durante una crisis de hambruna en África: ¿acaso los adultos no morían de hambre también? Precisamente uno de los recuerdos de la infancia más precisos que tengo es el de ver a mi padre llorando mientras veíamos en el imágenes de alguna catástrofe humanitaria reunidos comiendo en la mesa.

Pero no es de eso de lo que quería hablarles, la verdad. Tampoco tengo muy claro, les tengo que reconocer, cual es el objetivo de escribir todo esto. Ayer me venía a la memoria, d manera recurrente, el momento en "Días de radio" de Woody Allen, en el que la familia protagonista se apiña ante la radio para seguir la retransmisión en directo del rescate de un niño que ha caído a un pozo: finalmente es rescatado, pero quien transmite se da cuenta de que cuando llega a la superficie, el crío está muerto. El padre de la familia, por toda respuesta, abraza más fuerte a su hijo que ha seguido la retransmisión en su regazo. Pues bien, yo ayer, llamé a mi hijo a casa de mi suegra, donde está mientras sus padres trabajamos y hubiera querido hablar con él por el teléfono hasta que llegara el momento de ir a recogerlo...

Ahora se hace claro que la motivación de estas líneas es más bien egoista, que sea mi hijo y no Aylan. Sí y no. Creo que mi hijo no ha visto - o no ha reparado en ella - la imagen del cadaver de Aylan en la playa. Si la hubiese visto, es posible que me hubiese preguntado, y estas líneas son la respuesta a esa pregunta no formulada. Toda muerte de un niño, por la causa que sea, es cruel, es injusta. Alguna, como por ejemplo una enfermedad, tiene su explicación. Otras, como la del niño sirio, no o es complicada.

A riesgo de caer en la autoayuda, creo que las catástrofes como la de Siria o las crisis africanas son incomprensibles, y no sólo para un niño pequeño: un laberinto de intereses cruzados en los que la ciudadanía afectada no son más que trágicos y desesperados peones en un tablero infernal.

Decía Schopenauer que lo que nos conmueve y nos lleva a dar limosna a un mendigo es el hecho de que nos imaginamos que podemos estar en su situación. Y tal vez sea cierto: en el momento en que nos encontramos parece que sólo unos pocos en el planeta pueden estar convencidos de que su suerte no podrá ser la de la familia de Aylan. Otros, creo que muchos, si que nos ponemos en la piel de esa familia y de la de otras familias en Siria o en otros países en conflicto y de su deseo de ofrece a sus familias - y especialmente a sus hijos - un futuro mejor, aunque para conseguirlo sea necesario correr riesgos.

Acabo ya. No hay explicación posible, hay situaciones que no tienen ningún sentido y, en abstracto, es posible que no la vida no tenga ningún sentido, me imagino respondiendo a mi hijo. Lo único que podemos hacer es tratar de dar algún sentido a nuestra existencia, disfrutando en lo que podamos de nuestra familia y nuestros amigos, cultivando nuestras aficiones, dedicando tiempo a aquello que nos parece importante - aunque a otros no se lo parezca - y tratando de hacer el bien durante nuestra andadura. Hagamos eso, concluiría, también como un acto de justicia poética con todos los Aylan que han sido, son y serán y que apenas si pudieron dar unos pocos y balbuceantes pasos sobre la faz de la tierra.



6 de agosto de 2015

Se oía vivir a sí mismo



"Hasta entonces, Burnaby había ejercido un pleno control de sus flirteos: había que calmar a la chica, nerviosa ante el vasto uniforme que tenía delante. Ahora las cosas eran al revés, lo cual le dejaba perplejo y le excitaba a la vez. No había que andarse con rodeos para concertar una cita. Él la pedía y ella se la daba. A veces se veían en el teatro, a veces él iba derecho a la rue Fortuny, un lugar que - ahora que tenía tiempo para examinarlo - se le antojaba mitad mansión, mitad estudio de artista. Había paredes tapizadas de terciopelo, loros encaramados sobre bustos, jarrones tan grandes como garitas de guardia y tantas plantas erguidas y fláccidas como en el Jardín Botánico de Kew. Y entre semejante derroche y alarde había las cosas sencillas que el corazón deseaba: comida, cama, sueño y desayuno. Un hombre apenas se atrevía a pedir más. Se oía vivir a sí mismo".

Julian Barnes, Niveles de vida. Traducción del inglés de Jaime Zulaika. Editorial Anagrama, Barcelona, 2014.

1 de agosto de 2015

Ojalá



"Ojalá Kitaru lleve una vida feliz en Denver, o en cualquier otra ciudad lejana. Si eso de ser feliz es pedir demasiado, ojalá viva al menos el presente con salud y sin carencias. Porque nadie sabe con qué soñaremos mañana".

Haruki Murakami, Hombres sin mujeres, Traducción del japonés de Gabriel Álvarez Martínez. Editorial Tusquets, Barcelona, 2015

28 de julio de 2015

Burocracia


"Estuvo toda la tarde firmando papeles inútiles, mortalmente aburrido. Pero tenía que hacerlo sin falta, no por sentido del deber, sino porque había aprendido que la sutil venganza de un papel que no era firmado a su debido tiempo consistía en multiplicarse al menos por dos, uno para pedir explicaciones de por qué no se había firmado el anterior, y el otro como copia del primero por si no se había recibido".

Andrea Camilleri, Un filo de luz. Traducción del italiano de Teresa Clavel Lledó. Editorial Salamandra, Barcelona, 2015.

27 de marzo de 2015

Trànsit



"A l'hora de la mort el sacerdot va provar d'assistir-lo i ell, amb un filet de veu, li preguntà:
- Perdoni, mossèn; quines garanties tinc?
- Tot depèn de la voluntat que vostè hi posi... - va respondre-li l'eclesiàstic amb un to altament professional.
I el moribund va tancar els ulls, amb una conformitat que hauria de servir d'exemple. L'un se'n va anar i l'altre es va quedar, tots dos submergits en un mateix misteri."

Conte extret del llibre Tot s'aprofita, de Pere Calders, publicat per Edicions 62 a Barcelona l'any 1991.

4 de marzo de 2015

Plan de lectura: marzo 2015

La última palabra, de Hanif Kureishi. Entre hoy y mañana la acabaré. Ya he puesto una cita aquí que es bastante significativa de lo que es la novela. Un joven es reclutado por su agente literario y por la esposa de un conocido escritor de origen indio para hacer la biografía de este último, tarea para la que tendrá que irse a vivir con ellos, a la campiña inglesa. Estructurada a partir de diálogos ofrece, como es marca de la casa, una ácida descripción del Reino Unido de nuestros días. Pero también, y éste tal vez sea el objetivo principal del asunto, hay espacio para interrogarse sobre la creación y sobre el sexo, de cómo, por ejemplo, el talento puede estar intrinsecamente unido a la líbido (creo que Pound ya establecía una curiosa relación entre inteligencia y altos niveles de producción de espermatozoides). Se lee bien: muchas frases, párrafos e incluso conversaciones enteras dignas de subrayarse.

El gran misterio de Bow, de Israel Zangwill. Mediada su lectura. Borges apreciaba esta obra como brillante ejemplo de relato detectivesco de "cuarto cerrado". Nada he encontrado de si dijo algo acerca del brillante estilo de Zangwill, de su muy original humor. Obra breve - y para nada menor - cuya lectura voy demorando, degustando en pequeñas dosis su ingenio. Consejo importante: lean primero el libro y luego busquen lo que dejó dicho Borges al respecto (a buen entendedor...)

La vida lenta, de Josep Pla. Estat: llegida introducció i primeres pàgines. He posposat continuar-la, segurament combinant la lectura d'aquests diaris, amb - penso - informació superficial però tanmateix reveladora de la personalitat i el procés creatiu de Pla, amb alguna altra lectura més densa, com per exemple el següent llibre de la llista.

La hoguera pública, de Robert Coover. Pues eso: Coover, los Rosenberg, Nixon. 639 páginas. Para leer con el bocadillo, por la mañana, no va a ser. Auguro lectura lenta, prolongada y gozosa.

Pórtate bien, de Noah Cicero. Segunda aparición de Pálido Fuego en la lista. Hay que ayudar al proyecto de José Luis Amores. Sentimientos encontrados. A su favor, pues eso, que la edita Pálido Fuego, claro que también editaron uno de los libros que menos me ha gustado en los últimos tiempos, Mi primo, mi gastroenterólogo, que de hecho no he llegado ni a acabar. A su favor, es breve. En contra: pertenece declaradamente al Alt-Lit, movimiento del que esta novela parece venir a ser algo así como un manifiesto. Veremos. Y quien sabe, si me convence, igual le doy otra oportunidad al Richard Yates, de Tao Lin (otro volumen inacabado, de hecho, la categoría más adecuada sería "apenas iniciada").

Fouché. Retrat d'un home polític de Stefan Zweig. Vaig llegir la ressenya que va escriure en Mariano Hortal, lector fiable, de la edició en castellà de la novel·la i vaig treure en préstec aquesta edició de la biblioteca. Moltes ganes de llegir-la. Potser sigui la següent lectura que enceti quan acabi el Kureishi. Anirà bé llegir alguna cosa intel·ligent sobre política.

Zona de sombra. Notas dispersas a partir de Viaggo in Italia de Carlos Losilla. Esto, naturalmente, no le va a importar a nadie, pero sostengo que Losilla es - y especialmente, ahora, tras la reciente desaparición de José María Latorre - el más original crítico cinematográfico español. Original, no sólo por el estilo, intuición e inteligencia que demuestra en sus reseñas "ordinarias" en diarios, sitios web o revistas, sino que también por la manera en que va estructurando una peculiar bibliografía, ajena a las panorámicas sobre directores o géneros tan al uso.

Scarlet de George Michael Bendis y Alex Maleev. Tengo mucha curiosidad por leer este trabajo de los creadores de una muy famosa versión de Daredeveil - que, dicho sea de paso, conozco muy superficialmente, pero ahora, fuera del universo Marvel, en un contexto de lo que por algún lado he leído definido como crítica y denuncia social. De Bendis he leído recientemente Ultimate Spiderman 2: Curva de aprendizaje y Asedio.


Les voy contando...







28 de febrero de 2015

¿Peor?



"- ¿Peor? ¿Qué puede ser peor que dar clases en una politécnica?
Rob guardó silencio unos instantes y miró por la ventanilla antes de darle la mala noticia:
- Podrías tener que dar clases de escritura creativa.
- No, por favor. No tengo los conocimientos necesarios.
- Pues mejor todavía. Imagínate estar perdido para siempre en un oscuro bosque de primeras novelas inacabadas que requieren tu completa dedicación.- Recogió sus bártulos y se puso en pie -. ¡Veo que ya hemos llegado al erial! Mira afuera...; mira este lodazal, poblado por palurdos tatuados, cardos borriqueros y mequetrefes que esnifan cola. ¡El horror, el horror! ¿Estás preparado para que dé comienzo el resto de tu vida?"

Hanif Kureishi, La última palabra. Traducción de Mauricio Bach. Editorial Anagrama, Barcelona, 2014

14 de febrero de 2015

Inmigrante

"Alexa, y los demás invitados, y quizá incluso Georgina, comprendían todos que se huyera de la guerra, de la clase de pobreza que aplastaba el alma humana, pero no entenderían la necesidad de escapar del letargo opresivo de la falta de elección. No entenderían por que las personas como él, que se habían criado sin hambre ni sed pero vivían empantanadas en la insatisfacción, condenadas desde su nacimiento a mirar hacia otro lugar, convencidas eternamente de que las vidas reales se desarrollaban en ese otro lugar, ninguna de ellas famélica, ni víctima de violaciones, ni procedente de aldeas quemadas, estuvieran ahora decididas a afrontar peligros, a actuar ilegalmente, para marcharse, ávidas solo de elección y certidumbre".

Chimamanda Ngozi Adichie, Americanah. Traducción de Carlos Milla Soler. Penguin Random House, Barcelona, 2014.

PS: Espero que el fragmento escogido como muestra representativa entre muchos otros, pueda hacer una idea al siempre improbable lector que se pasee por este rincón, de la más que notable calidad de una novela que, por el momento, es lo mejor que este cronista ha leído en lo que llevamos de año.

6 de febrero de 2015

Fin



"Lo que dirán no es cierto: que no lo vio venir, que no supo qué le había pasado. Sin embargo, sucede muy deprisa. Aparecen imágenes caducas en su pantalla mental; es hora de morir, no hay tiempo para más. Paradójicamente, en ese momento crucial en que su futuro hijo debería importar más que nada, el niño al que no conoce y al que no conocerá nunca significa menos para él que todos los demás. Su bondadosa madre, e incluso su aberrante padre. Cliff y Harry, sus mejores amigos. Natasha, a la que ve cuando era niña, de la mano de su padre; Natasha y Dean, ambos supervivientes. Más persuasiva aún, la imagen de Ilona esperando en el restaurante, cada vez más enfadada, sin nadie que la salve de su enfado. Y Jodi tal como la vio el día que él volvió del campo, tendida boca arriba y despatarrada al sol. Jodi, tan hermosa y singular. Si pudiera quedarse, lo haría por ella. Pero ya no puede elegir. El tiempo ha quedado suspendido, y sin embargo está a punto de acabarse. La muerte debería ser una seducción, no una violación. Si tuviera un minuto más podría hacer muchas cosas. Hasta a los condenados se les permite hacer una llamada de teléfono, enviar un mensaje. Qué vivo se siente, con qué intensidad brilla, como una mecha encendida, un petardo a punto de salir disparado. Qué no daría por un minuto más, un solo minuto normal y corriente, clavado con chinchetas, rudimentariamente, al final de su vida".

A.S.A. Harrison, La mujer de un solo hombre. Traducción de Gemma Rovira Ortega. Ediciones Salamandra, Barcelona, 2044.

30 de enero de 2015

Caras como camas sin hacer



"Me acusan de definirme todo el tiempo desde lo que disgusta. Es que no puedo con los médicos, el condado de Cheshire, Jane Austen, el Manchester United, The Guardian, David Bowie, la policía de Nueva York, los tipos blandos que babean, el vino tinto, Australia, la Princesa Diana, los proletas, la prohibición de fumar, los psicólogos, los izquierdistas que se opusieron a la Guerra de las Malvinas, los putos pubs y el ambiente en general de Brighton, J.R.R. Tolkien, los perros y el julandrón de Kojak y las entrevistas. Y odio Manchester con toda mi alma. Esta ciudad ha producido muchos tipos como yo: hombres duros con hígados pétreos y caras como camas sin hacer. Suena a Raymond Chandler, ¿eh? De joven me gustaba, hoy prefiero a Jim Thompson, Pero sigo estando de acuerdo con aquello que dijo Chandler: "Si pierdes el tiempo razonando, no serás creativo".


Mi padre era fontanero, como mi abuelo antes que él. Yo era un niño tímido; se metían conmigo. Solo tenía hermanas, no había un hermano mayor que saliera en mi defensa. Tuve que solventarlo yo solito y vaya si lo hice".






(Mark E. Smith. Recogido en el artículo "El enigma Mark E. Smith. No es repetición, es disciplina, capullo", de Ignacio Juliá. Revista Ruta 66, número 323, febrero 2015.

22 de enero de 2015

Danilo Kis, Salmo 44



"(...) mi Dios no es más que la encarnación de la justicia, del altruismo y de la bondad; y de la esperanza - y ella lo escuchaba sin saber si contestarle y qué contestarle, o si decirle, no obstante, que ella también sentía en su fuero interno un Dios semejante, pero que no lo podría haber definido ni ahora ni tal vez nunca en la vida si él no estuviera hablándole de ello -... un Dios que se llama así porqué la gente le dio ese nombre y, por lo tanto, que así sea, pero  ese Dios apenas es otra cosa que una suerte de simbiosis de estos principios, por no decir de las bondades y de las virtudes, que ya te he enumerado, más algunas cualidades semejantes que también suelen atribuirse a Dios; sin embargo a mí me parece que mi Dios es más hermoso y bueno (porque a pesar de todo cada persona, cada persona que cree ser recta tiene y debe tener un Dios propio), y cuando yo digo o pienso "Dios mío, ayúdame", pienso en realidad para mí mismo: "Sé justo", "Sé altruista" y "Ten esperanza en tu bondad y en la de tu prójimo" - y aquella tarde ella memorizó y grabó todo eso en su mente sin ser consciente de que de este modo había construido en su interior un Dios idéntico que no era otra cosa que la palabra y encarnación de su padre, y fue necesario que él no volviera nunca más (ya al día siguiente se lo llevaron durante la redada al sótano del almacén de Lampel y luego al Danubio) para que comprendiera lo que quería decir y a que se refería cuando hablaba de <>".

Danilo Kis, Salmo 44. Traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek. Editorial Acantilado, Barcelona, 2014

14 de enero de 2015

La inevitable lista de mejores lecturas del año pasado



Mal año lector, 2014. Sólo 54 libros (de hecho, un par de ellos  los acabé de leer el primer fin  de semana), de los que, por destacar 10 títulos me quedo con los siguientes (sin orden concreto):

- Pastoràlia, de George Saunders
- El bigote, de Emmanuel Carrère
- Al límite, de Thomas Pynchon
- Modo linterna, de Sergio Chejfec
- Mi Carso, de Spicio Slataper
- Un hombre enamorado, de Karl Ove Knausgard
- El padre, de Edward St. Aubyn
- 14, de Jean Echenoz

Menciones honoríficas:
- La nostra vida vertical, de Yannick García
- Es un decir, de Jenn Diaz
- Filosofar como un perro, de Michel Onfray
- Lolito, de Ben Brooks

5 de enero de 2015

Thomas Pynchon, Al límite


"¿Te has fijado - prosigue Heidi - en cómo la programación de "realidad" ha llenado de repente todos los canales por cable, como mierda de perro? Claro que así los productores no tienen no tienen que pagar la escala salarial de los actores reales. Pero, espera, ¡aún hay más! Alguien necesita que esta nación de mirones pasmados al fin ha espabilado, que todos se han curtido y están a la altura de la condición humana, que se han liberado por fin de las ficciones que los llevaban por mal camino, como si prestar atención a vidas inventadas fuera una forma de abuso de drogas malignas que el desmoronamiento de las torres ha curado al meterles de nuevo el miedo en el cuerpo a todos, sin excepción. Y, a propósito, ¿qué pasa en la otra habitación?"

Thomas Pynchon, Al límite. Traducción de Vicente Campos González. Tusquets Editores, Barcelona, 2014

1 de enero de 2015