30 de enero de 2015

Caras como camas sin hacer



"Me acusan de definirme todo el tiempo desde lo que disgusta. Es que no puedo con los médicos, el condado de Cheshire, Jane Austen, el Manchester United, The Guardian, David Bowie, la policía de Nueva York, los tipos blandos que babean, el vino tinto, Australia, la Princesa Diana, los proletas, la prohibición de fumar, los psicólogos, los izquierdistas que se opusieron a la Guerra de las Malvinas, los putos pubs y el ambiente en general de Brighton, J.R.R. Tolkien, los perros y el julandrón de Kojak y las entrevistas. Y odio Manchester con toda mi alma. Esta ciudad ha producido muchos tipos como yo: hombres duros con hígados pétreos y caras como camas sin hacer. Suena a Raymond Chandler, ¿eh? De joven me gustaba, hoy prefiero a Jim Thompson, Pero sigo estando de acuerdo con aquello que dijo Chandler: "Si pierdes el tiempo razonando, no serás creativo".


Mi padre era fontanero, como mi abuelo antes que él. Yo era un niño tímido; se metían conmigo. Solo tenía hermanas, no había un hermano mayor que saliera en mi defensa. Tuve que solventarlo yo solito y vaya si lo hice".






(Mark E. Smith. Recogido en el artículo "El enigma Mark E. Smith. No es repetición, es disciplina, capullo", de Ignacio Juliá. Revista Ruta 66, número 323, febrero 2015.

22 de enero de 2015

Danilo Kis, Salmo 44



"(...) mi Dios no es más que la encarnación de la justicia, del altruismo y de la bondad; y de la esperanza - y ella lo escuchaba sin saber si contestarle y qué contestarle, o si decirle, no obstante, que ella también sentía en su fuero interno un Dios semejante, pero que no lo podría haber definido ni ahora ni tal vez nunca en la vida si él no estuviera hablándole de ello -... un Dios que se llama así porqué la gente le dio ese nombre y, por lo tanto, que así sea, pero  ese Dios apenas es otra cosa que una suerte de simbiosis de estos principios, por no decir de las bondades y de las virtudes, que ya te he enumerado, más algunas cualidades semejantes que también suelen atribuirse a Dios; sin embargo a mí me parece que mi Dios es más hermoso y bueno (porque a pesar de todo cada persona, cada persona que cree ser recta tiene y debe tener un Dios propio), y cuando yo digo o pienso "Dios mío, ayúdame", pienso en realidad para mí mismo: "Sé justo", "Sé altruista" y "Ten esperanza en tu bondad y en la de tu prójimo" - y aquella tarde ella memorizó y grabó todo eso en su mente sin ser consciente de que de este modo había construido en su interior un Dios idéntico que no era otra cosa que la palabra y encarnación de su padre, y fue necesario que él no volviera nunca más (ya al día siguiente se lo llevaron durante la redada al sótano del almacén de Lampel y luego al Danubio) para que comprendiera lo que quería decir y a que se refería cuando hablaba de <>".

Danilo Kis, Salmo 44. Traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek. Editorial Acantilado, Barcelona, 2014

14 de enero de 2015

La inevitable lista de mejores lecturas del año pasado



Mal año lector, 2014. Sólo 54 libros (de hecho, un par de ellos  los acabé de leer el primer fin  de semana), de los que, por destacar 10 títulos me quedo con los siguientes (sin orden concreto):

- Pastoràlia, de George Saunders
- El bigote, de Emmanuel Carrère
- Al límite, de Thomas Pynchon
- Modo linterna, de Sergio Chejfec
- Mi Carso, de Spicio Slataper
- Un hombre enamorado, de Karl Ove Knausgard
- El padre, de Edward St. Aubyn
- 14, de Jean Echenoz

Menciones honoríficas:
- La nostra vida vertical, de Yannick García
- Es un decir, de Jenn Diaz
- Filosofar como un perro, de Michel Onfray
- Lolito, de Ben Brooks

5 de enero de 2015

Thomas Pynchon, Al límite


"¿Te has fijado - prosigue Heidi - en cómo la programación de "realidad" ha llenado de repente todos los canales por cable, como mierda de perro? Claro que así los productores no tienen no tienen que pagar la escala salarial de los actores reales. Pero, espera, ¡aún hay más! Alguien necesita que esta nación de mirones pasmados al fin ha espabilado, que todos se han curtido y están a la altura de la condición humana, que se han liberado por fin de las ficciones que los llevaban por mal camino, como si prestar atención a vidas inventadas fuera una forma de abuso de drogas malignas que el desmoronamiento de las torres ha curado al meterles de nuevo el miedo en el cuerpo a todos, sin excepción. Y, a propósito, ¿qué pasa en la otra habitación?"

Thomas Pynchon, Al límite. Traducción de Vicente Campos González. Tusquets Editores, Barcelona, 2014

1 de enero de 2015